Misa en Rosario por las Siervas de Maria mártires beatificadas en Tarragona



Rosario (Santa Fe) (AICA): “Los mártires son un testimonio de las bienaventuranzas, una prueba de que se pueden vivir en este mundo, como la paz, la mansedumbre, y la entrega diaria para vencer el mal con el bien. Por eso ellos son en la actualidad verdaderos anunciadores de la paz; que merecen nuestra admiración porque en el martirio son discípulos ejemplares de Cristo y evangelizadores nuestros. Ellos dijeron que no al individualismo, y un si pleno al verdadero sentido de nuestra existencia”, destacó el arzobispo de Rosario, monseñor José Luis Mollaghan, al presidir una misa de acción de gracias en la comunidad local de las Siervas de María, Ministras de los Enfermos, con motivo de la reciente beatificación en Tarragona, España, de cuatro religiosas de esa congregación que murieron mártires: La madre Aurelia Arambarri, de 70 años; sor Aurora López, de 86; sor Daría Andiarena, de 57, y sor Agustina Peña, de 35 años.

La comunidad religiosa de las Siervas de María, Ministras de los Enfermos, que se encuentra en la arquidiócesis de Rosario agradecieron a Dios por la reciente beatificación en Tarragona, España, de las cuatro religiosas que murieron mártires, con una misa en el convento presidida por el arzobispo de Rosario, monseñor José Luis Mollaghan.

Se trata de la madre Aurelia Arambarri, de 70 años; sor Aurora López, de 86; sor Daría Andiarena, de 57, y sor Agustina Peña, de 35 años, quienes dieron “su vida por Cristo junto a muchos otros mártires jóvenes y ancianos”.


La hermana superiora de la comunidad de Rosario expresó una semblanza sobre la vida de las nuevas beatificadas junto con otros más de 500 mártires, por el cardenal Angelo Amato, prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos.


En la homilía, monseñor Mollaghan destacó que “aún cuando ellas eran personas muy frágiles, a la vez estaban llenas de Dios y de la fortaleza necesaria para asumir el martirio con fidelidad. Deseaban vivir el servicio a los enfermos y a las familias que sufren, ser un reflejo del amor que nunca abandona a los hombres. Por eso las cuatro mártires Siervas de María fueron fieles en el momento del martirio, y se prepararon para ello con fe, con una vida generosa entregada a los otros, llenas de amor a sus hermanos”.


El prelado aseguró que “los mártires son un testimonio de las bienaventuranzas, una prueba de que se pueden vivir en este mundo, como la paz, la mansedumbre, y la entrega diaria para vencer el mal con el bien. Por eso ellos son en la actualidad verdaderos anunciadores de la paz; que merecen nuestra admiración porque en el martirio son discípulos ejemplares de Cristo y evangelizadores nuestros. Ellos dijeron que no al individualismo, y un si pleno al verdadero sentido de nuestra existencia”.


“Queremos agradecer por las cuatro mártires, testigos del amor a Cristo, con el deseo de seguir el camino de su entrega valiosa, e irradiar el ejemplo que nos transmitieron; porque la humanidad necesita volver a Dios, necesita la fe, y la esperanza. Como dijo el papa Francisco: ‘alabemos al Señor por estos valientes testigos suyos, y por su intercesión, supliquémosle que libere al mundo de toda violencia’”.


Por último, monseñor Mollaghan sostuvo que “así como las Siervas de María confiaron en la cercanía de la Santísima Virgen, también nosotros nos encomendamos a Ella; para que no dejemos de pedir con fe, que aprendamos a ser fieles discípulos y testigos de su Hijo”.+


Texto completo de la homilía



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