Card. Ouellet: Formar entre los santuarios marianos de América una ‘tilma’ espiritual

Card. Ouellet: Formar entre los santuarios marianos de América una ‘tilma’ espiritual




Ciudad de México (AICA): En el discurso final de la Peregrinación-Encuentro Continental Americano que se realizó en el santuario de la Virgen de Guadalupe en México, el cardenal Marc Ouellet, presidente de la Pontificia Comisión para América Latina (CAL), alentó a que la imagen de la Virgen de Guadalupe se haga presente, como patrona y emperatriz de América, en la vida de todos los santuarios del Continente, para animar una red en las Américas.

En el discurso final de la Peregrinación-Encuentro Continental Americano que se realizó en el santuario de la Virgen de Guadalupe en México, el cardenal Marc Ouellet, presidente de la Pontificia Comisión para América Latina (CAL), alentó a que la imagen de la Virgen de Guadalupe se haga presente, como patrona y emperatriz de América, en la vida de todos los santuarios del Continente, para animar una red en las Américas.

El cardenal Ouellet comentó que es valioso fomentar en cada diócesis la promoción de peregrinaciones a los santuarios marianos nacionales, y que éstos estuviesen conectados con el santuario de la Virgen de Guadalupe, patrona de América.


Desde el milagro de la Tilma (la manta sobre la que está impresa la imagen de la Madre de Guadalupe), podemos relanzar la evangelización de este continente y, con los fieles unidos, podemos formar una ‘tilma’ espiritual, la unidad de todo el continente americano, que se apoya en María. Que esta ‘tilma’ eclesial vaya enriqueciendo sus colores más lúcidos, de reconciliación y fraternidad, afirmó.


La conferencia del cardenal Ouellet fue la última del Congreso Internacional Guadalupano, patrocinado por los Caballeros de Colón, la CAL y el Pontificio Consejo para la Promoción de la Nueva Evangelización. El purpurado señaló que esta experiencia de fe podría resumirse en tres palabras: grito, gracia y gratitud.


Grito, explicó el cardenal Ouellet, ya que el peregrino trae consigo el clamor personal, familiar y social de los enfermos, de los pobres, de los marginados, de los migrantes, de los drogadictos, de las víctimas de la violencia y de los jóvenes que no reciben de su familia la transmisión de la fe. “En ellos, dijo el purpurado, podemos escuchar a Jesús que nos dice: tengo sed”.


Gracia, porque en el Tepeyac María nos lleva a Jesús; le presenta nuestra necesidad y nos invita a trabajar cómo discípulos y misioneros en la construcción de su casa, la Iglesia, lo que exige conversión personal y pastoral para brindar a todos amor, unidad, refugió y ternura.


Gratitud, que conduce al compromiso de ser discípulos-misioneros en perspectiva continental, procurando la santidad personal, familiar, parroquial y diocesana, a fin de dejar ver a Dios e ir a las periferias para comunicar organizadamente la luz de la fe, sabiendo adaptarnos al cambio de época, aprovechando los recursos de la tecnología y creando redes con universidades, parroquias y movimientos.+



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