Que todo se transforme en misericordia de Dios



Avellaneda (Buenos Aires) (AICA): El obispo de Avellaneda-Lanús, monseñor Rubén Oscar Frassia, reflexionó en torno a la fiesta de Cristo Rey en su programa radial de evangelización Compartiendo el Evangelio, que se emite por radios de la capital federal y el conurbano bonaerense, y deseó que Jesús reine en el corazón para hacer la voluntad de Dios, vivir en plenitud el amor y obtener, por medio del arrepentimiento, una transformación en la misericordia divina.

El obispo de Avellaneda-Lanús, monseñor Rubén Oscar Frassia, reflexionó en torno a la fiesta de Cristo Rey en su programa radial de evangelización Compartiendo el Evangelio, que se emite por radios de la capital federal y el conurbano bonaerense, y deseó que Jesús reine en el corazón para hacer la voluntad de Dios, vivir en plenitud el amor y obtener, por medio del arrepentimiento, una transformación en la misericordia divina.

El obispo indicó que el evangelio dominical, que relata la crucifixión de Jesús, muestra que el Hijo vino para cumplir la voluntad del Padre, y animó a los fieles a discernir y cumplir con la voluntad divina. “. Lo que el Padre quiere para nosotros es lo mejor y está bien”, aseveró.


Al observar cómo se mofaban los soldados romanos y los malhechores del Hijo de Dios, monseñor Frassia afirmó que la voluntad de Dios está expresada en el amor: “En el amor se es capaz de perdonar al enemigo, de superar barreras y conflictos; se define la historia en la crucifixión, muerte y resurrección de Jesucristo vivo y también nos hace vivir a nosotros como resucitados. La expresión de cada resucitado es vivir en la plenitud de la verdad y del amor”.


Luego, el prelado centró la meditación en la figura de los dos malechores crucificados junto a Jesús. Uno buscaba su bien para sí mismo; en cambio, el otro reconoce, admira a Jesús y tiene una actitud de verdadero arrepentimiento.


“Como el buen ladrón, cada uno tendrá que arrepentirse, para que la presencia del encuentro con Dios vivo cambie también nuestro corazón. Así fue Zaqueo, así fue la oración del publicano en el templo y así cada uno de nosotros tendrá que repetir, en carne y en vida, la actitud de un verdadero arrepentimiento”.


“Que la Fiesta de Cristo Rey reine en nuestro corazón y que podamos hacer la voluntad de Dios, podamos vivir en plenitud el amor y tengamos también el consabido arrepentimiento de nuestros límites y de nuestros pecados, para que todo se transforme en misericordia de Dios. ¡Feliz fiesta de Cristo Rey!”, concluyó.+


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