Francisco a la OIT: “El trabajo es un don y no un deber”



Ginebra (Naciones Unidas) (AICA): “El trabajo es un don y no un deber y no puede ser tratado como una mercancía porque posee su propia dignidad y valor”, afirmó el Santo Padre a través de una carta enviada hoy al presidente de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), Guy Ryder, con motivo de la 103º sesión de la Conferencia de ese organismo que tiene lugar en Ginebra del 28 de Mayo al 12 de Junio de 2014 y cuyo tema es “Construir un futuro con trabajo decente”. El Pontífice se refirió al drama de los migrantes y el desempleo que los expone a ulteriores peligros, como el horror de la trata de seres humanos, el trabajo forzoso y la reducción en esclavitud. “¡No se puede seguir así! La trata de seres humanos es un azote, un crimen contra toda la humanidad”, expresó Francisco.

“El trabajo es un don y no un deber y no puede ser tratado como una mercancía porque posee su propia dignidad y valor”, afirmó el Santo Padre a través de una carta enviada hoy al presidente de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), Guy Ryder, con motivo de la 103º sesión de la Conferencia de ese organismo que tiene lugar en Ginebra del 28 de Mayo al 12 de Junio de 2014 y cuyo tema es “Construir un futuro con trabajo decente”.

Durante 15 días los trabajadores, empresarios y gobiernos de los 185 Estados Miembros de la OIT discutirán de migración, políticas para el empleo, estrategias contra la informalidad y fortalecimiento de la convención sobre el trabajo forzoso.


“Esta Conferencia -escribe el Papa- se reúne en un momento crucial de la historia económica y social, que plantea retos a todo el mundo. El desempleo está expandiendo trágicamente las fronteras de la pobreza y este hecho puede ser particularmente descorazonador para los jóvenes que podrían fácilmente desmoralizarse, perder el sentido de su valor y sentirse ajenos a la sociedad”.


Otro problema grave, relacionado con el precedente “es el de la migración de masas: ya el notable número de hombres y mujeres obligados a buscar trabajo fuera de su patria es fuente de preocupación. A pesar de su esperanza en un futuro mejor, con frecuencia encuentran incomprensión y exclusión, por no hablar de cuando su experiencia es la de tragedias y desastres. Habiendo afrontado tantos sacrificios, estos hombres y estas mujeres, no logran a menudo hallar un trabajo decente y se convierten en víctimas de una determinada “globalización de la indiferencia”. Su situación los expone a ulteriores peligros, como el horror de la trata de seres humanos, el trabajo forzoso y la reducción en esclavitud.


Es inaceptable que en nuestro mundo, el trabajo hecho por los esclavos, sea moneda de uso corriente ¡No se puede seguir así! La trata de seres humanos es un azote, un crimen contra toda la humanidad. Llegó el momento de aunar las fuerzas y de trabajar juntos para liberar a las víctimas de ese tráfico y para desarraigar ese crimen que nos atañe a todos, desde las familias a toda la comunidad mundial”.


Francisco afirma que es hora de reforzar “las formas de cooperación y de establecer nuevos caminos para incrementar la solidaridad. Para ello es necesario un compromiso renovado en favor de la dignidad de cada persona; mayor decisión para cumplir las normas internacionales del trabajo; la planificación de un desarrollo centrado en la persona como protagonista y beneficiaria principal; una evaluación nueva de las responsabilidades de las multinacionales en los países donde actúan, incluyendo los sectores de la gestión de los beneficios y de la inversión y un esfuerzo coordinado para impulsar a los gobiernos a facilitar los viajes de los emigrantes en beneficio de todos, eliminando de esa forma la trata de seres humanos y las condiciones peligrosas de transporte. La definición de los futuros objetivos de desarrollo sostenible facilitará la cooperación eficaz en estos sectores”.


Además, Francisco exhortó a los Estados a "unir las fuerzas para trabajar juntos y liberar a las víctimas de los tráficos y para erradicar este crimen que afecta a todos", así como "reforzar las formas existentes de cooperación y establecer nuevas vías para aumentar la solidaridad".


Para que esto suceda -agregó el Pontífice- "se requiere un renovado compromiso a favor de la dignidad de cada persona, una mayor determinación en la aplicación de los estándares internacionales sobre el trabajo, y la planificación de un desarrollo donde la persona sea central y principal beneficiario".


El Santo Padre concluye recordando que la doctrina social de la Iglesia “apoya las iniciativas de la OIT centradas en la promoción de la persona y en la dignidad del trabajo” y alentando a sus miembros a “enfrentar los retos del mundo actual permaneciendo fieles a esos nobles objetivos”. “Invoco -termina- la bendición de Dios sobre todo lo que hacen para defender e incrementar la dignidad del trabajo para el bien común de la familia humana”.+



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