noviembre 2014


Francisco y Bartolomé I: “No podemos resignarnos a un Medio Oriente sin cristianos”




Estambul (Turquía) (AICA): Al finalizar la Celebración de la Divina Liturgia en la iglesia ortodoxa de san Jorge en Estambul, el patriarca Bartolomé y el papa Francisco se asomaron al balcón del patriarcado ecuménico y han bendecido contemporáneamente a los fieles que se encontraban en el patio. El Papa hizo la bendición en latín, el patriarca en griego. Seguidamente se dirigieron a la Sala del Trono para leer y firmar una Declaración Conjunta, tal y como hicieron en su encuentro en Jerusalén el pasado mes de mayo. De este modo han “reafirmado juntos nuestras comunes intenciones y preocupaciones”.

Al finalizar la Celebración de la Divina Liturgia en la iglesia ortodoxa de san Jorge en Estambul, el patriarca Bartolomé y el papa Francisco se asomaron al balcón del patriarcado ecuménico y han bendecido contemporáneamente a los fieles que se encontraban en el patio. El Papa hizo la bendición en latín, el patriarca en griego. Seguidamente se dirigieron a la Sala del Trono para leer y firmar una Declaración Conjunta, tal y como hicieron en su encuentro en Jerusalén el pasado mes de mayo. De este modo han “reafirmado juntos nuestras comunes intenciones y preocupaciones”.

Ambos comprometen su sincera y firme intención “de intensificar nuestros esfuerzos por la promoción de la plena unidad entre todos los cristianos y sobre todo entre católicos y ortodoxos”. Se puede leer en el texto que quieren “mantener el diálogo teológico promovido por la Comisión Mixta Internacional” que “está tratando actualmente las cuestiones más difíciles que han marcado la historia de nuestra división y que requieren un estudio atento y profundo”.


Asimismo, manifiestan su preocupación “por la situación en Irak, en Siria y en todo Oriente Medio”. Estamos unidos en el deseo -afirman- de paz y de estabilidad y en la voluntad de promover la resolución de conflictos a través del diálogo y la reconciliación. Y a propósito hacen un llamamiento a los que tienen la responsabilidad del destino de los pueblos “para que intensifiquen su compromiso por las comunidades que sufren y les consientan, incluidas las cristianas, permanecer en su tierra natal”. No podemos resignarnos a un Oriente Medio sin cristianos, afirmaron.


Texto de la Declaración Conjunta

Nosotros, el Papa Francisco y el Patriarca Ecuménico Bartolomé I, expresamos nuestra profunda gratitud a Dios por el don de este nuevo encuentro que, en presencia de los miembros del Santo Sínodo, del clero y de los fieles del Patriarcado Ecuménico, nos permite celebrar juntos la fiesta de san Andrés, el primer llamado y hermano del Apóstol Pedro. Nuestro recuerdo de los Apóstoles, que proclamaron la buena nueva del Evangelio al mundo mediante su predicación y el testimonio del martirio, refuerza en nosotros el deseo de seguir caminando juntos, con el fin de superar, en el amor y en la verdad, los obstáculos que nos dividen.


Durante nuestro encuentro en Jerusalén del mayo pasado, en el que recordamos el histórico abrazo de nuestros venerados predecesores, el Papa Pablo VI y el Patriarca Ecuménico Atenágoras, firmamos una declaración conjunta. Hoy, en la feliz ocasión de este nuevo encuentro fraterno, deseamos reafirmar juntos nuestras comunes intenciones y preocupaciones.


Expresamos nuestra resolución sincera y firme, en obediencia a la voluntad de nuestro Señor Jesucristo, de intensificar nuestros esfuerzos para promover la plena unidad de todos los cristianos, y sobre todo entre católicos y ortodoxos. Además, queremos apoyar el diálogo teológico promovido por la Comisión Mixta Internacional que, instituida hace exactamente treinta y cinco años por el Patriarca Ecuménico Dimitrios y el Papa Juan Pablo II aquí, en el Fanar, está actualmente tratando las cuestiones más difíciles que han marcado la historia de nuestra división, y que requieren un estudio cuidadoso y detallado. Para ello, aseguramos nuestra ferviente oración como Pastores de la Iglesia, pidiendo a nuestros fieles que se unan a nosotros en la común invocación de que “todos sean uno,... para que el mundo crea” (Jn 17,21).


Expresamos nuestra preocupación común por la situación actual en Irak, Siria y todo el Medio Oriente. Estamos unidos en el deseo de paz y estabilidad, y en la voluntad de promover la resolución de los conflictos mediante el diálogo y la reconciliación. Si bien reconocemos los esfuerzos realizados para ofrecer ayuda a la región, hacemos al mismo tiempo un llamamiento a todos los que tienen responsabilidad en el destino de los pueblos para que intensifiquen su compromiso con las comunidades que sufren, y puedan, incluidas las cristianas, permanecer en su tierra nativa. No podemos resignarnos a un Medio Oriente sin cristianos, que han profesado allí el nombre de Jesús durante dos mil años. Muchos de nuestros hermanos y hermanas están siendo perseguidos y se han visto forzados con violencia a dejar sus hogares. Parece que se haya perdido hasta el valor de la vida humana, y que la persona humana ya no tenga importancia y pueda ser sacrificada a otros intereses. Y, por desgracia, todo esto acaece por la indiferencia de muchos. Como nos recuerda san Pablo: “Si un miembro sufre, todos sufren con él; si un miembro es honrado, todos se alegran con él” (1 Co 12,26). Esta es la ley de la vida cristiana, y en este sentido podemos decir que también hay un ecumenismo del sufrimiento. Así como la sangre de los mártires ha sido siempre la semilla de la fuerza y la fecundidad de la Iglesia, así también el compartir los sufrimientos cotidianos puede ser un instrumento eficaz para la unidad. La terrible situación de los cristianos y de todos los que están sufriendo en el Medio Oriente, no sólo requiere nuestra oración constante, sino también una respuesta adecuada por parte de la comunidad internacional.


Los retos que afronta el mundo en la situación actual, necesitan la solidaridad de todas las personas de buena voluntad, por lo que también reconocemos la importancia de promover un diálogo constructivo con el Islam, basado en el respeto mutuo y la amistad. Inspirado por valores comunes y fortalecido por auténticos sentimientos fraternos, musulmanes y cristianos están llamados a trabajar juntos por el amor a la justicia, la paz y el respeto de la dignidad y los derechos de todas las personas, especialmente en aquellas regiones en las que un tiempo vivieron durante siglos en convivencia pacífica, y ahora sufren juntos trágicamente por los horrores de la guerra. Además, como líderes cristianos, exhortamos a todos los líderes religiosos a proseguir y reforzar el diálogo interreligioso y de hacer todo lo posible para construir una cultura de paz y la solidaridad entre las personas y entre los pueblos. También recordamos a todas las personas que experimentan el sufrimiento de la guerra. En particular, oramos por la paz en Ucrania, un país con una antigua tradición cristiana, y hacemos un llamamiento a todas las partes implicadas a que continúen el camino del diálogo y del respeto al derecho internacional, con el fin de poner fin al conflicto y permitir a todos los ucranianos vivir en armonía.


Tenemos presentes a todos los fieles de nuestras Iglesias en el todo el mundo, a los que saludamos, encomendándoles a Cristo, nuestro Salvador, para que sean testigos incansables del amor de Dios. Elevamos nuestra ferviente oración para que el Señor conceda el don de la paz en el amor y la unidad a toda la familia humana.


“Que el mismo Señor de la paz os conceda la paz siempre y en todo lugar. El Señor esté con todos ustedes” (texto de RV).+




La última jornada del papa Francisco en Turquía se abrió con el encuentro, a primera hora de la mañana en la Representación Pontificia de Estambul, con el Gran Rabino de Turquía Isaak Haleva. La comunidad judía en Turquía, alrededor de veinticinco mil personas, es la segunda numéricamente en un país islámico después de Irán. El asentamiento más consistente de los judíos en Turquía se remonta al período de la Inquisición española (1492) y al principio del siglo XIX eran cien mil, pero el número, debido a la emigración sobre todo a América e Israel, ha disminuido drásticamente. También el papa Benedicto XVI encontró al Gran rabino durante su viaje a Turquía en 2006.

Finalizado el encuentro el Santo Padre se trasladó al Patriarcado Ecuménico para participar en la Divina Liturgia celebrada en la iglesia de San Jorge que custodia las reliquias de algunas de las santas más veneradas de la antigua Constantinopla como Eufemia de Calcedonia y, desde la fiesta de San Andrés (30 de noviembre) de 2004, las de San Gregorio el Teólogo y San Juan Crisóstomo entregadas por Juan Pablo II al Patriarca Bartolomé.


Al final de la celebración y después de escuchar al Patriarca, Francisco pronunció un discurso recordando que como arzobispo de Buenos Aires, había participado muchas veces en la Divina Liturgia de las comunidades ortodoxas de aquella ciudad; "pero encontrarme hoy en esta Iglesia Patriarcal de San Jorge para la celebración del santo Apóstol Andrés -afirmó- el primero de los llamados, Patrón del Patriarcado Ecuménico y hermano de san Pedro, es realmente una gracia singular que el Señor me concede".


Por su parte el patriarca, tras agradecerle al Papa su presencia, afirmó que aún conserva fresco en el corazón el recuerdo del encuentro entre ambos en Tierra Santa con ocasión de los 50 años del histórico encuentro entre papa Pablo VI y el patriarca ecuménico Athenágoras. Aquel encuentro, ha observado el patriarca, cambió la dirección del curso de la historia: "los paralelos y algunas veces enfrentados caminos de nuestras Iglesias se encontraron en la visión común del descubrimiento de la pérdida de su unidad, el amor congelado volvió a inflamarse y fue acelerada nuestra voluntad de hacer todo lo que esté de nuestra parte para que de nuevo se edifique nuestra comunión en la misma fe y en el Cáliz común". Y desde entonces se abrió la vía de Emmaús, vía probablemente larga y algunas veces escabrosa, pero sin retorno, indicó Bartolomé I.


Tal y como recordó el patriarca en su discurso, según costumbre sagrada, instituida y observada ya desde décadas por parte de las Iglesias de la Antigua y Nueva Roma, representaciones oficiales de ambas intercambian visitas durante la fiesta patronal de cada una de ellas, para demostrar la hermandad carnal de los dos apóstoles. Haciendo mención del trabajo hecho por sus precedesores, el patriarca afirmó que "nuestra obligación no se limita en el pasado, sino que se extiende sobre todo y, especialmente en nuestros días, en el futuro".


El patriarca Bartolomé I expresó a Francisco que en su breve recorrido como Pontífice se mostró "como predicador del amor, de la paz y de la reconciliación", "predicas con tus palabras, pero sobre todo y principalmente con tu simplicidad, humanidad y amor hacia todos" y además ofreces a tus hermanos Ortodoxos la esperanza que en tus días el acercamiento de nuestras dos grandes y antiguas Iglesias se continuara,́ basándose sobre los firmes fundamentos de nuestra común tradición.


El papa Francisco comenzó su discurso recordando que “encontrarnos, mirar el rostro el uno del otro, intercambiar el abrazo de paz, orar unos por otros, son dimensiones esenciales de ese camino hacia el restablecimiento de la plena comunión a la que tendemos. Todo esto precede y acompaña constantemente esa otra dimensión esencial de dicho camino, que es el diálogo teológico”. Recordando el ejemplo de san Andrés que aceptó la invitación de Jesús, Francisco dijo que “la vida cristiana es una experiencia personal, un encuentro transformador con Aquel que nos ama y que nos quiere salvar”.


El Santo Padre señaló que no es casualidad que el camino de la reconciliación entre católicos y ortodoxos haya sido inaugurado por un encuentro, por un abrazo entre el patriarca ecuménico Atenágoras y el papa Pablo VI, hace cincuenta años en Jerusalén. Además, Francisco también recordó que hace unos días fue la celebración del quincuagésimo aniversario de la promulgación del Decreto del Concilio Vaticano II sobre la búsqueda de la unidad entre todos los cristianos, Unitatis redintegratio. Documento que afirma que es de suma importancia conservar y sostener el riquísimo patrimonio de las Iglesias de Oriente, no sólo por lo que se refiere a las tradiciones litúrgicas y espirituales, sino también a las disciplinas canónicas, que regulan la vida de estas Iglesias. A propósito, el Santo Padre ha reiterado el respeto de este principio como condición esencial para el restablecimiento de la plena comunión, "que no significa ni sumisión del uno al otro, ni absorción, sino mas bien la aceptación de todos los dones que Dios dio a cada uno".


El Papa expresó después que en el mundo de hoy se alzan con ímpetu voces que no podemos dejar de oír, y que piden a nuestras Iglesias vivir plenamente el ser discípulos del Señor Jesucristo. La primera es la voz de los pobres –dijo: “En el mundo hay demasiadas mujeres y demasiados hombres que sufren por grave malnutrición, por el creciente desempleo, por el alto porcentaje de jóvenes sin trabajo y por el aumento de la exclusión social, que puede conducir a comportamientos delictivos e incluso al reclutamiento de terroristas”.


Una segunda voz es la de las víctimas de los conflictos en muchas partes del mundo. “Esta voz la oímos resonar muy bien desde aquí, porque algunos países vecinos están sufriendo una guerra atroz e inhumana”. Una tercera voz que nos interpela es la de los jóvenes. “Hoy, por desgracia, hay muchos jóvenes que viven sin esperanza, vencidos por la desconfianza y la resignación.”


Finalmente Francisco manifestó: “Santidad estamos ya en el camino hacia la plena comunión y podemos vivir ya signos elocuentes de una unidad real, aunque todavía parcial. Esto nos reconforta y nos impulsa a proseguir por esta senda. Estamos seguros de que a lo largo de este camino contaremos con el apoyo de la intercesión del Apóstol Andrés y de su hermano Pedro, considerados por la tradición como fundadores de las Iglesias de Constantinopla y de Roma. Pidamos a Dios el gran don de la plena unidad y la capacidad de acogerlo en nuestras vidas. Y nunca olvidemos de rezar unos por otros”.


Discurso del Papa Francisco en la Liturgia Ortodoxa

Santidad, amadísimo Hermano Bartolomé:


Como arzobispo de Buenos Aires, he participado muchas veces en la Divina Liturgia de las comunidades ortodoxas de aquella ciudad; pero encontrarme hoy en esta Iglesia Patriarcal de San Jorge para la celebración del santo Apóstol Andrés, el primero de los llamados, Patrón del Patriarcado Ecuménico y hermano de San Pedro, es realmente una gracia singular que el Señor me concede.


Encontrarnos, mirar el rostro el uno del otro, intercambiar el abrazo de paz, orar unos por otros, son dimensiones esenciales de ese camino hacia el restablecimiento de la plena comunión a la que tendemos. Todo esto precede y acompaña constantemente esa otra dimensión esencial de dicho camino, que es el diálogo teológico. Un verdadero diálogo es siempre un encuentro entre personas con un nombre, un rostro, una historia, y no sólo un intercambio de ideas.


Esto vale sobre todo para los cristianos, porque para nosotros la verdad es la persona de Jesucristo. El ejemplo de san Andrés que, junto con otro discípulo, aceptó la invitación del Divino Maestro: “Venid y veréis”, y “se quedaron con él aquel día” (Jn 1, 39), nos muestra claramente que la vida cristiana es una experiencia personal, un encuentro transformador con Aquel que nos ama y que nos quiere salvar.


También el anuncio cristiano se propaga gracias a personas que, enamoradas de Cristo, no pueden dejar de transmitir la alegría de ser amadas y salvadas. Una vez más, el ejemplo del Apóstol Andrés es esclarecedor. Él, después de seguir a Jesús hasta donde habitaba y haberse quedado con él, “encontró primero a su hermano Simón y le dijo: “Hemos encontrado al Mesías” (que significa Cristo). Y lo llevó a Jesús” (Jn 1,40-42). Por tanto, está claro que tampoco el diálogo entre cristianos puede sustraerse a esta lógica del encuentro personal.


Así pues, no es casualidad que el camino de la reconciliación y de paz entre católicos y ortodoxos haya sido de alguna manera inaugurado por un encuentro, por un abrazo entre nuestros venerados predecesores, el Patriarca Ecuménico Atenágoras y el Papa Pablo VI, hace cincuenta años en Jerusalén, un acontecimiento que Vuestra Santidad y yo hemos querido conmemorar encontrándonos de nuevo en la ciudad donde el Señor Jesucristo murió y resucitó.


Por una feliz coincidencia, esta visita tiene lugar unos días después de la celebración del quincuagésimo aniversario de la promulgación del Decreto del Concilio Vaticano II sobre la búsqueda de la unidad entre todos los cristianos, Unitatis redintegratio. Es un documento fundamental con el que se ha abierto un nuevo camino para el encuentro entre los católicos y los hermanos de otras Iglesias y Comunidades eclesiales.


Con aquel Decreto, la Iglesia Católica reconoce en particular que las Iglesias ortodoxas “tienen verdaderos sacramentos, y sobre todo, en virtud de la sucesión apostólica, el sacerdocio y la Eucaristía, con los que se unen aún con nosotros con vínculo estrechísimo” (n. 15). En consecuencia, se afirma que, para preservar fielmente la plenitud de la tradición cristiana, y para llevar a término la reconciliación de los cristianos de Oriente y de Occidente, es de suma importancia conservar y sostener el riquísimo patrimonio de las Iglesias de Oriente, no sólo por lo que se refiere a las tradiciones litúrgicas y espirituales, sino también a las disciplinas canónicas, sancionadas por los Santos Padres y los concilios, que regulan la vida de estas Iglesias (cf., nn. 15-16).


Considero importante reiterar el respeto de este principio como condición esencial y recíproca para el restablecimiento de la plena comunión, que no significa ni sumisión del uno al otro, ni absorción, sino más bien la aceptación de todos los dones que Dios ha dado a cada uno, para manifestar a todo el mundo el gran misterio de la salvación llevada a cabo por Cristo, el Señor, por medio del Espíritu Santo.


Quiero asegurar a cada uno de ustedes que, para alcanzar el anhelado objetivo de la plena unidad, la Iglesia Católica no pretende imponer ninguna exigencia, salvo la profesión de fe común, y que estamos dispuestos a buscar juntos, a la luz de la enseñanza de la Escritura y la experiencia del primer milenio, las modalidades con las que se garantice la necesaria unidad de la Iglesia en las actuales circunstancias: lo único que la Iglesia Católica desea, y que yo busco como Obispo de Roma, “la Iglesia que preside en la caridad”, es la comunión con las Iglesias ortodoxas. Dicha comunión será siempre fruto del amor “que ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo, que se nos ha dado” (Rm 5,5), amor fraterno que muestra el lazo trascendente y espiritual que nos une como discípulos del Señor.


En el mundo de hoy se alzan con ímpetu voces que no podemos dejar de oír, y que piden a nuestras Iglesias vivir plenamente el ser discípulos del Señor Jesucristo.


La primera de estas voces es la de los pobres. En el mundo hay demasiadas mujeres y demasiados hombres que sufren por grave malnutrición, por el creciente desempleo, por el alto porcentaje de jóvenes sin trabajo y por el aumento de la exclusión social, que puede conducir a comportamientos delictivos e incluso al reclutamiento de los terroristas. No podemos permanecer indiferentes ante las voces de estos hermanos y hermanas. Ellos no sólo nos piden que les demos ayuda material, necesaria en muchas circunstancias, sino, sobre todo, que les apoyemos para defender su propia dignidad de seres humanos, para que puedan encontrar las energías espirituales para recuperarse y volver a ser protagonistas de su historia. Nos piden también que luchemos, a la luz del Evangelio, contra las causas estructurales de la pobreza: la desigualdad, la falta de un trabajo digno, de tierra y de casa, la negación de los derechos sociales y laborales. Como cristianos, estamos llamados a vencer juntos a la globalización de la indiferencia, que hoy parece tener la supremacía, y a construir una nueva civilización del amor y de la solidaridad.


Una segunda voz que clama con vehemencia es la de las víctimas de los conflictos en muchas partes del mundo. Esta voz la oímos resonar muy bien desde aquí, porque algunos países vecinos están sufriendo una guerra atroz e inhumana. Pienso con profundo dolor en las tantas víctimas del deshumano e insensato atentado, que en estos días ha afectado a los fieles musulmanes, que rezaban en la mezquita de Kano, en Nigeria. Turbar la paz de un pueblo, cometer o consentir cualquier tipo de violencia, especialmente sobre los más débiles e indefensos, es un grave pecado contra Dios, porque significa no respetar la imagen de Dios que hay en el hombre. La voz de las víctimas de los conflictos nos impulsa a avanzar diligentemente por el camino de reconciliación y comunión entre católicos y ortodoxos. Por lo demás, ¿cómo podemos anunciar de modo creíble el Evangelio de paz que viene de Cristo, si entre nosotros continúa habiendo rivalidades y contiendas? (Pablo VI, Evangelii nuntiandi, 77).


Una tercera voz que nos interpela es la de los jóvenes. Hoy, por desgracia, hay muchos jóvenes que viven sin esperanza, vencidos por la desconfianza y la resignación. Muchos jóvenes, además, influenciados por la cultura dominante, buscan la felicidad sólo en poseer bienes materiales y en la satisfacción de las emociones del momento. Las nuevas generaciones nunca podrán alcanzar la verdadera sabiduría y mantener viva la esperanza, si nosotros no somos capaces de valorar y transmitir el auténtico humanismo, que brota del Evangelio y la experiencia milenaria de la Iglesia. Son precisamente los jóvenes – pienso por ejemplo en la multitud de jóvenes ortodoxos, católicos y protestantes que se reúnen en los encuentros internacionales organizados por la Comunidad de Taizé –los que hoy nos instan a avanzar hacia la plena comunión. Y esto, no porque ignoren el significado de las diferencias que aún nos separan, sino porque saben ver más allá, son capaces de percibir lo esencial que ya nos une, que es tanto, Santidad.


Querido Hermano, queridísimo Hermano, estamos ya en el camino hacia la plena comunión y podemos vivir ya signos elocuentes de una unidad real, aunque todavía parcial. Esto nos reconforta y nos impulsa a proseguir por esta senda. Estamos seguros de que a lo largo de este camino contaremos con el apoyo de la intercesión del apóstol Andrés y de su hermano Pedro, considerados por la tradición como fundadores de las Iglesias de Constantinopla y de Roma. Pidamos a Dios el gran don de la plena unidad y la capacidad de acogerlo en nuestras vidas. Y nunca olvidemos de rezar unos por otros.(texto de RV)+




Francisco y Bartolomé I: “No podemos resignarnos a un Medio Oriente sin cristianos”




Estambul (Turquía) (AICA): Al finalizar la Celebración de la Divina Liturgia en la iglesia ortodoxa de san Jorge en Estambul, el patriarca Bartolomé y el papa Francisco se asomaron al balcón del patriarcado ecuménico y han bendecido contemporáneamente a los fieles que se encontraban en el patio. El Papa hizo la bendición en latín, el patriarca en griego. Seguidamente se dirigieron a la Sala del Trono para leer y firmar una Declaración Conjunta, tal y como hicieron en su encuentro en Jerusalén el pasado mes de mayo. De este modo han “reafirmado juntos nuestras comunes intenciones y preocupaciones”.

Al finalizar la Celebración de la Divina Liturgia en la iglesia ortodoxa de san Jorge en Estambul, el patriarca Bartolomé y el papa Francisco se asomaron al balcón del patriarcado ecuménico y han bendecido contemporáneamente a los fieles que se encontraban en el patio. El Papa hizo la bendición en latín, el patriarca en griego. Seguidamente se dirigieron a la Sala del Trono para leer y firmar una Declaración Conjunta, tal y como hicieron en su encuentro en Jerusalén el pasado mes de mayo. De este modo han “reafirmado juntos nuestras comunes intenciones y preocupaciones”.

Ambos comprometen su sincera y firme intención “de intensificar nuestros esfuerzos por la promoción de la plena unidad entre todos los cristianos y sobre todo entre católicos y ortodoxos”. Se puede leer en el texto que quieren “mantener el diálogo teológico promovido por la Comisión Mixta Internacional” que “está tratando actualmente las cuestiones más difíciles que han marcado la historia de nuestra división y que requieren un estudio atento y profundo”.


Asimismo, manifiestan su preocupación “por la situación en Irak, en Siria y en todo Oriente Medio”. Estamos unidos en el deseo -afirman- de paz y de estabilidad y en la voluntad de promover la resolución de conflictos a través del diálogo y la reconciliación. Y a propósito hacen un llamamiento a los que tienen la responsabilidad del destino de los pueblos “para que intensifiquen su compromiso por las comunidades que sufren y les consientan, incluidas las cristianas, permanecer en su tierra natal”. No podemos resignarnos a un Oriente Medio sin cristianos, afirmaron.


Texto de la Declaración Conjunta

Nosotros, el Papa Francisco y el Patriarca Ecuménico Bartolomé I, expresamos nuestra profunda gratitud a Dios por el don de este nuevo encuentro que, en presencia de los miembros del Santo Sínodo, del clero y de los fieles del Patriarcado Ecuménico, nos permite celebrar juntos la fiesta de san Andrés, el primer llamado y hermano del Apóstol Pedro. Nuestro recuerdo de los Apóstoles, que proclamaron la buena nueva del Evangelio al mundo mediante su predicación y el testimonio del martirio, refuerza en nosotros el deseo de seguir caminando juntos, con el fin de superar, en el amor y en la verdad, los obstáculos que nos dividen.


Durante nuestro encuentro en Jerusalén del mayo pasado, en el que recordamos el histórico abrazo de nuestros venerados predecesores, el Papa Pablo VI y el Patriarca Ecuménico Atenágoras, firmamos una declaración conjunta. Hoy, en la feliz ocasión de este nuevo encuentro fraterno, deseamos reafirmar juntos nuestras comunes intenciones y preocupaciones.


Expresamos nuestra resolución sincera y firme, en obediencia a la voluntad de nuestro Señor Jesucristo, de intensificar nuestros esfuerzos para promover la plena unidad de todos los cristianos, y sobre todo entre católicos y ortodoxos. Además, queremos apoyar el diálogo teológico promovido por la Comisión Mixta Internacional que, instituida hace exactamente treinta y cinco años por el Patriarca Ecuménico Dimitrios y el Papa Juan Pablo II aquí, en el Fanar, está actualmente tratando las cuestiones más difíciles que han marcado la historia de nuestra división, y que requieren un estudio cuidadoso y detallado. Para ello, aseguramos nuestra ferviente oración como Pastores de la Iglesia, pidiendo a nuestros fieles que se unan a nosotros en la común invocación de que “todos sean uno,... para que el mundo crea” (Jn 17,21).


Expresamos nuestra preocupación común por la situación actual en Irak, Siria y todo el Medio Oriente. Estamos unidos en el deseo de paz y estabilidad, y en la voluntad de promover la resolución de los conflictos mediante el diálogo y la reconciliación. Si bien reconocemos los esfuerzos realizados para ofrecer ayuda a la región, hacemos al mismo tiempo un llamamiento a todos los que tienen responsabilidad en el destino de los pueblos para que intensifiquen su compromiso con las comunidades que sufren, y puedan, incluidas las cristianas, permanecer en su tierra nativa. No podemos resignarnos a un Medio Oriente sin cristianos, que han profesado allí el nombre de Jesús durante dos mil años. Muchos de nuestros hermanos y hermanas están siendo perseguidos y se han visto forzados con violencia a dejar sus hogares. Parece que se haya perdido hasta el valor de la vida humana, y que la persona humana ya no tenga importancia y pueda ser sacrificada a otros intereses. Y, por desgracia, todo esto acaece por la indiferencia de muchos. Como nos recuerda san Pablo: “Si un miembro sufre, todos sufren con él; si un miembro es honrado, todos se alegran con él” (1 Co 12,26). Esta es la ley de la vida cristiana, y en este sentido podemos decir que también hay un ecumenismo del sufrimiento. Así como la sangre de los mártires ha sido siempre la semilla de la fuerza y la fecundidad de la Iglesia, así también el compartir los sufrimientos cotidianos puede ser un instrumento eficaz para la unidad. La terrible situación de los cristianos y de todos los que están sufriendo en el Medio Oriente, no sólo requiere nuestra oración constante, sino también una respuesta adecuada por parte de la comunidad internacional.


Los retos que afronta el mundo en la situación actual, necesitan la solidaridad de todas las personas de buena voluntad, por lo que también reconocemos la importancia de promover un diálogo constructivo con el Islam, basado en el respeto mutuo y la amistad. Inspirado por valores comunes y fortalecido por auténticos sentimientos fraternos, musulmanes y cristianos están llamados a trabajar juntos por el amor a la justicia, la paz y el respeto de la dignidad y los derechos de todas las personas, especialmente en aquellas regiones en las que un tiempo vivieron durante siglos en convivencia pacífica, y ahora sufren juntos trágicamente por los horrores de la guerra. Además, como líderes cristianos, exhortamos a todos los líderes religiosos a proseguir y reforzar el diálogo interreligioso y de hacer todo lo posible para construir una cultura de paz y la solidaridad entre las personas y entre los pueblos. También recordamos a todas las personas que experimentan el sufrimiento de la guerra. En particular, oramos por la paz en Ucrania, un país con una antigua tradición cristiana, y hacemos un llamamiento a todas las partes implicadas a que continúen el camino del diálogo y del respeto al derecho internacional, con el fin de poner fin al conflicto y permitir a todos los ucranianos vivir en armonía.


Tenemos presentes a todos los fieles de nuestras Iglesias en el todo el mundo, a los que saludamos, encomendándoles a Cristo, nuestro Salvador, para que sean testigos incansables del amor de Dios. Elevamos nuestra ferviente oración para que el Señor conceda el don de la paz en el amor y la unidad a toda la familia humana.


“Que el mismo Señor de la paz os conceda la paz siempre y en todo lugar. El Señor esté con todos ustedes” (texto de RV).+




El Santo Padre participó, esta mañana en la iglesia patriarcal de San Jorge en Estambul, de la Divina Liturgia de las comunidades ortodoxas, presidida por el patriarca ecuménico de Constantinopla, Bartolomé I, con ocasión de la Fiesta litúrgica de san Andrés, motivo principal del viaje ecuménico del papa Francisco a Turquía. Al finalizar la celebración ambos, en sus discursos, hicieron un llamamiento a la plena unidad de las iglesias.

Francisco comenzó la jornada celebrando en privado la misa en la Representación Pontificia de Estambul y allí mismo, se reunió con el gran Rabino de Turquía Isak Haleva durante 15 minutos en los que hablaron en español. Seguidamente el Pontífice se dirigió a la catedral de san Jorge donde ya había comenzado, en presencia del patriarca, la celebración de la Divina Liturgia


El Pontífice siguió la celebración, sin concelebrar, y al finalizar tanto Francisco como Bartolomé I dirigieron unos discursos.


El patriarca, tras agradecerle al Papa su presencia, afirmó que aún conserva fresco en el corazón el recuerdo del encuentro entre ambos en Tierra Santa con ocasión de los 50 años del histórico encuentro entre papa Pablo VI y el patriarca ecuménico Athenágoras. Aquel encuentro, ha observado el patriarca, cambió la dirección del curso de la historia: "los paralelos y algunas veces enfrentados caminos de nuestras Iglesias se encontraron en la visión común del descubrimiento de la pérdida de su unidad, el amor congelado volvió a inflamarse y fue acelerada nuestra voluntad de hacer todo lo que esté de nuestra parte para que de nuevo se edifique nuestra comunión en la misma fe y en el Cáliz común". Y desde entonces se abrió la vía de Emmaús, vía probablemente larga y algunas veces escabrosa, pero sin retorno, ha indicado Bartolomé I.


Tal y como ha recordado el patriarca en su discurso, según costumbre sagrada, instituida y observada ya desde décadas por parte de las Iglesias de la Antigua y Nueva Roma, representaciones oficiales de ambas intercambian visitas durante la fiesta patronal de cada una de ellas, para demostrar la hermandad carnal de los dos apóstoles. Haciendo mención del trabajo hecho por sus precedesores, el patriarca afirmó que "nuestra obligación no se limita en el pasado, sino que se extiende sobre todo y, especialmente en nuestros días, en el futuro".


Bartolomé I le expresó a Francisco que en su breve recorrido como Pontífice se mostró "como predicador del amor, de la paz y de la reconciliación", "predicas con tus palabras, pero sobre todo y principalmente con tu simplicidad, humanidad y amor hacia todos" y además ofreces a tus hermanos Ortodoxos la esperanza que en tus días el acercamiento de nuestras dos grandes y antiguas Iglesias se continuara,́ basándose sobre los firmes fundamentos de nuestra común tradición.


Por su parte el papa Francisco que “encontrarnos, mirar el rostro el uno del otro, intercambiar el abrazo de paz, orar unos por otros, son dimensiones esenciales de ese camino hacia el restablecimiento de la plena comunión a la que tendemos. Todo esto precede y acompaña constantemente esa otra dimensión esencial de dicho camino, que es el diálogo teológico”. Recordando el ejemplo de san Andrés que aceptó la invitación de Jesús, Francisco dijo que “la vida cristiana es una experiencia personal, un encuentro transformador con Aquel que nos ama y que nos quiere salvar”.


El Santo Padre señaló que no es casualidad que el camino de la reconciliación entre católicos y ortodoxos haya sido inaugurado por un encuentro, por un abrazo entre el patriarca ecuménico Atenágoras y el papa Pablo VI, hace cincuenta años en Jerusalén. Además, Francisco también recordó que hace unos días fue la celebración del quincuagésimo aniversario de la promulgación del Decreto del Concilio Vaticano II sobre la búsqueda de la unidad entre todos los cristianos, Unitatis redintegratio. Documento que afirma que es de suma importancia conservar y sostener el riquísimo patrimonio de las Iglesias de Oriente, no sólo por lo que se refiere a las tradiciones litúrgicas y espirituales, sino también a las disciplinas canónicas, que regulan la vida de estas Iglesias. A propósito, el Santo Padre ha reiterado el respeto de este principio como condición esencial para el restablecimiento de la plena comunión, "que no significa ni sumisión del uno al otro, ni absorción, sino mas bien la aceptación de todos los dones que Dios dio a cada uno".


El Papa expresó después que en el mundo de hoy se alzan con ímpetu voces que no podemos dejar de oír, y que piden a nuestras Iglesias vivir plenamente el ser discípulos del Señor Jesucristo. La primera es la voz de los pobres –dijo: “En el mundo hay demasiadas mujeres y demasiados hombres que sufren por grave malnutrición, por el creciente desempleo, por el alto porcentaje de jóvenes sin trabajo y por el aumento de la exclusión social, que puede conducir a comportamientos delictivos e incluso al reclutamiento de terroristas”.


Una segunda voz es la de las víctimas de los conflictos en muchas partes del mundo. “Esta voz la oímos resonar muy bien desde aquí, porque algunos países vecinos están sufriendo una guerra atroz e inhumana”. Una tercera voz que nos interpela es la de los jóvenes. “Hoy, por desgracia, hay muchos jóvenes que viven sin esperanza, vencidos por la desconfianza y la resignación.”


Finalmente Francisco manifestó: “Santidad estamos ya en el camino hacia la plena comunión y podemos vivir ya signos elocuentes de una unidad real, aunque todavía parcial. Esto nos reconforta y nos impulsa a proseguir por esta senda. Estamos seguros de que a lo largo de este camino contaremos con el apoyo de la intercesión del Apóstol Andrés y de su hermano Pedro, considerados por la tradición como fundadores de las Iglesias de Constantinopla y de Roma. Pidamos a Dios el gran don de la plena unidad y la capacidad de acogerlo en nuestras vidas. Y nunca olvidemos de rezar unos por otros”.


Discurso del Papa Francisco en la Liturgia Ortodoxa

Santidad, amadísimo Hermano Bartolomé:


Como arzobispo de Buenos Aires, he participado muchas veces en la Divina Liturgia de las comunidades ortodoxas de aquella ciudad; pero encontrarme hoy en esta Iglesia Patriarcal de San Jorge para la celebración del santo Apóstol Andrés, el primero de los llamados, Patrón del Patriarcado Ecuménico y hermano de San Pedro, es realmente una gracia singular que el Señor me concede.


Encontrarnos, mirar el rostro el uno del otro, intercambiar el abrazo de paz, orar unos por otros, son dimensiones esenciales de ese camino hacia el restablecimiento de la plena comunión a la que tendemos. Todo esto precede y acompaña constantemente esa otra dimensión esencial de dicho camino, que es el diálogo teológico. Un verdadero diálogo es siempre un encuentro entre personas con un nombre, un rostro, una historia, y no sólo un intercambio de ideas.


Esto vale sobre todo para los cristianos, porque para nosotros la verdad es la persona de Jesucristo. El ejemplo de san Andrés que, junto con otro discípulo, aceptó la invitación del Divino Maestro: “Venid y veréis”, y “se quedaron con él aquel día” (Jn 1, 39), nos muestra claramente que la vida cristiana es una experiencia personal, un encuentro transformador con Aquel que nos ama y que nos quiere salvar.


También el anuncio cristiano se propaga gracias a personas que, enamoradas de Cristo, no pueden dejar de transmitir la alegría de ser amadas y salvadas. Una vez más, el ejemplo del Apóstol Andrés es esclarecedor. Él, después de seguir a Jesús hasta donde habitaba y haberse quedado con él, “encontró primero a su hermano Simón y le dijo: “Hemos encontrado al Mesías” (que significa Cristo). Y lo llevó a Jesús” (Jn 1,40-42). Por tanto, está claro que tampoco el diálogo entre cristianos puede sustraerse a esta lógica del encuentro personal.


Así pues, no es casualidad que el camino de la reconciliación y de paz entre católicos y ortodoxos haya sido de alguna manera inaugurado por un encuentro, por un abrazo entre nuestros venerados predecesores, el Patriarca Ecuménico Atenágoras y el Papa Pablo VI, hace cincuenta años en Jerusalén, un acontecimiento que Vuestra Santidad y yo hemos querido conmemorar encontrándonos de nuevo en la ciudad donde el Señor Jesucristo murió y resucitó.


Por una feliz coincidencia, esta visita tiene lugar unos días después de la celebración del quincuagésimo aniversario de la promulgación del Decreto del Concilio Vaticano II sobre la búsqueda de la unidad entre todos los cristianos, Unitatis redintegratio. Es un documento fundamental con el que se ha abierto un nuevo camino para el encuentro entre los católicos y los hermanos de otras Iglesias y Comunidades eclesiales.


Con aquel Decreto, la Iglesia Católica reconoce en particular que las Iglesias ortodoxas “tienen verdaderos sacramentos, y sobre todo, en virtud de la sucesión apostólica, el sacerdocio y la Eucaristía, con los que se unen aún con nosotros con vínculo estrechísimo” (n. 15). En consecuencia, se afirma que, para preservar fielmente la plenitud de la tradición cristiana, y para llevar a término la reconciliación de los cristianos de Oriente y de Occidente, es de suma importancia conservar y sostener el riquísimo patrimonio de las Iglesias de Oriente, no sólo por lo que se refiere a las tradiciones litúrgicas y espirituales, sino también a las disciplinas canónicas, sancionadas por los Santos Padres y los concilios, que regulan la vida de estas Iglesias (cf., nn. 15-16).


Considero importante reiterar el respeto de este principio como condición esencial y recíproca para el restablecimiento de la plena comunión, que no significa ni sumisión del uno al otro, ni absorción, sino más bien la aceptación de todos los dones que Dios ha dado a cada uno, para manifestar a todo el mundo el gran misterio de la salvación llevada a cabo por Cristo, el Señor, por medio del Espíritu Santo.


Quiero asegurar a cada uno de ustedes que, para alcanzar el anhelado objetivo de la plena unidad, la Iglesia Católica no pretende imponer ninguna exigencia, salvo la profesión de fe común, y que estamos dispuestos a buscar juntos, a la luz de la enseñanza de la Escritura y la experiencia del primer milenio, las modalidades con las que se garantice la necesaria unidad de la Iglesia en las actuales circunstancias: lo único que la Iglesia Católica desea, y que yo busco como Obispo de Roma, “la Iglesia que preside en la caridad”, es la comunión con las Iglesias ortodoxas. Dicha comunión será siempre fruto del amor “que ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo, que se nos ha dado” (Rm 5,5), amor fraterno que muestra el lazo trascendente y espiritual que nos une como discípulos del Señor.


En el mundo de hoy se alzan con ímpetu voces que no podemos dejar de oír, y que piden a nuestras Iglesias vivir plenamente el ser discípulos del Señor Jesucristo.


La primera de estas voces es la de los pobres. En el mundo hay demasiadas mujeres y demasiados hombres que sufren por grave malnutrición, por el creciente desempleo, por el alto porcentaje de jóvenes sin trabajo y por el aumento de la exclusión social, que puede conducir a comportamientos delictivos e incluso al reclutamiento de los terroristas. No podemos permanecer indiferentes ante las voces de estos hermanos y hermanas. Ellos no sólo nos piden que les demos ayuda material, necesaria en muchas circunstancias, sino, sobre todo, que les apoyemos para defender su propia dignidad de seres humanos, para que puedan encontrar las energías espirituales para recuperarse y volver a ser protagonistas de su historia. Nos piden también que luchemos, a la luz del Evangelio, contra las causas estructurales de la pobreza: la desigualdad, la falta de un trabajo digno, de tierra y de casa, la negación de los derechos sociales y laborales. Como cristianos, estamos llamados a vencer juntos a la globalización de la indiferencia, que hoy parece tener la supremacía, y a construir una nueva civilización del amor y de la solidaridad.


Una segunda voz que clama con vehemencia es la de las víctimas de los conflictos en muchas partes del mundo. Esta voz la oímos resonar muy bien desde aquí, porque algunos países vecinos están sufriendo una guerra atroz e inhumana. Pienso con profundo dolor en las tantas víctimas del deshumano e insensato atentado, que en estos días ha afectado a los fieles musulmanes, que rezaban en la mezquita de Kano, en Nigeria. Turbar la paz de un pueblo, cometer o consentir cualquier tipo de violencia, especialmente sobre los más débiles e indefensos, es un grave pecado contra Dios, porque significa no respetar la imagen de Dios que hay en el hombre. La voz de las víctimas de los conflictos nos impulsa a avanzar diligentemente por el camino de reconciliación y comunión entre católicos y ortodoxos. Por lo demás, ¿cómo podemos anunciar de modo creíble el Evangelio de paz que viene de Cristo, si entre nosotros continúa habiendo rivalidades y contiendas? (Pablo VI, Evangelii nuntiandi, 77).


Una tercera voz que nos interpela es la de los jóvenes. Hoy, por desgracia, hay muchos jóvenes que viven sin esperanza, vencidos por la desconfianza y la resignación. Muchos jóvenes, además, influenciados por la cultura dominante, buscan la felicidad sólo en poseer bienes materiales y en la satisfacción de las emociones del momento. Las nuevas generaciones nunca podrán alcanzar la verdadera sabiduría y mantener viva la esperanza, si nosotros no somos capaces de valorar y transmitir el auténtico humanismo, que brota del Evangelio y la experiencia milenaria de la Iglesia. Son precisamente los jóvenes – pienso por ejemplo en la multitud de jóvenes ortodoxos, católicos y protestantes que se reúnen en los encuentros internacionales organizados por la Comunidad de Taizé –los que hoy nos instan a avanzar hacia la plena comunión. Y esto, no porque ignoren el significado de las diferencias que aún nos separan, sino porque saben ver más allá, son capaces de percibir lo esencial que ya nos une, que es tanto, Santidad.


Querido Hermano, queridísimo Hermano, estamos ya en el camino hacia la plena comunión y podemos vivir ya signos elocuentes de una unidad real, aunque todavía parcial. Esto nos reconforta y nos impulsa a proseguir por esta senda. Estamos seguros de que a lo largo de este camino contaremos con el apoyo de la intercesión del apóstol Andrés y de su hermano Pedro, considerados por la tradición como fundadores de las Iglesias de Constantinopla y de Roma. Pidamos a Dios el gran don de la plena unidad y la capacidad de acogerlo en nuestras vidas. Y nunca olvidemos de rezar unos por otros.(texto de RV)+






Buenos Aires (AICA): El Canal 21, perteneciente al arzobispado de Buenos AIres, transmite el viaje apostólico del Santo Padre a Turquía. Durant el sábado 29 y el domingo 30 harán emisiones especiales en directo y con repeticiones.

El Canal 21, perteneciente al arzobispado de Buenos AIres, transmite el viaje apostólico del Santo Padre a Turquía. Durant el sábado 29 y el domingo 30 harán emisiones especiales en directo y con repeticiones.

El presbítero Alberto Balsa, del Centro Televisivo Arquidiocesano, sostuvo que el viaje del Papa a Turquía es "un paso más que trascendente" en el diálogo interreligioso con una nación de más de 70 millones de habitantes, en su mayoría musulmanes. También valoró el camino ecuménico recorrido: "Los recientes encuentros de Francisco y Bartolomé I muestran la férrea voluntad de lograr la unidad querido por Jesús en la Iglesia".


El sábado 29 de noviembre, a las 11, Canal 21 transmitirá la misa en rito latino que presidirá el Papa en la catedral católica del Espíritu Santo. Con cantos y oracioens en armenio, en turco y en otros idiomas. Luego se podrá ver la oración ecuménica presidida por el Patriarca en la iglesia de San Jorge, en griego y alguna intervención en latín. Estos actos se repetirán a las 21.


El domingo 30, a partir d elas 4.30, se transmitirá la divina liturgia según el rito de san Juan Crisóstomo, con la presencia del Papa. La transmisión se repetirá a las 13 y a las 21.


Las señales televisivas tomadas por el Canal 21 corresponden a las imágenes enviadas por el Centro Televisivo Vaticano. La emisora porteña transmitirá la banda de sonido internacional y se harán traducciones y comentarios en castellano.


Cómo ver Canal 21. La señal televisiva puede sintonizarse en canal 21 de Cablevisión Digital, las 24 horas según la localidad. La cableoperadora Telecentro lo ubica en el canal 709 (solo en Capital Federal y el Gran Buenos Aires). DirecTV, en tanto, lo ubica en canal 351 y puede seguirse de 20 a 2. En internet, desde cualquier parte del mundo, en www.c21tv.com.ar.+






San Fernando del Valle de Catamarca (AICA): Este sábado 29 de noviembre comenzarán las honras a Nuestra Señora del Valle, patrona de Catamarca, con la solemne bajada de la imagen de su camarín y el inicio de una novena que se extenderá hasta el lunes 8 de diciembre, día de la solemnidad de la Inmaculada Concepción e inicio del Año Diocesano de los Laicos.

Este sábado 29 de noviembre comenzarán las honras a Nuestra Señora del Valle, patrona de Catamarca, con la solemne bajada de la imagen de su camarín y el inicio de una novena que se extenderá hasta el lunes 8 de diciembre, día de la solemnidad de la Inmaculada Concepción e inicio del Año Diocesano de los Laicos.

Como todos los años, las ceremonias tendrán lugar en la catedral basílica del Santísimo Sacramento, santuario de Nuestra Señora del Valle. Estarán animadas por el lema "Vayan también ustedes a trabajar a mi viña", y las reflexiones tocarán el tema de la vocación y la misión de los laicos en la Iglesia y en el mundo.


El sábado, a las 19, el obispo de Catamarca, monseñor Luis Urbanc, presidirá la bajada de la sagrada imagen. Ese día, el lema convocante será "Esperamos la revelación de Nuestro Señor Jesucristo". A las 20 comenzará el rezo de la novena y a las 21 será la misa, a la que convocaron especialmente a medios estatales y privados de comunicación.


El domingo 30, el lema será "...no saben cuándo llegará el dueño de la casa". A las 5.30 se rezará el rosario y el ángelus; a las 6 será la primera misa, en la que se pedirá por la arquidiócesis de Tucumán. Habrá eucaristías a las 7.30, 8.30 y a las 10. A las 11 será la misa en homenaje a la vida consagrada. A las 19 habrá una misa convocada para la Renovación Carismática, a las 20 se rezará la novena, y a las 21 habrá otra misa por los pueblos originarioS y las colectividades.


El lunes 1° de diciembre el lema será "Vayan ustedes también a mi viña". Habrá misas a las 6, a las 7.30, convocada para empleados estatales; 8.30, para personal de las finanzas; 10, para el ámbito legislativo, y a las 11, para el ámbito estatal provincial y municipal de producción y desarrollo. A las 19 será la misa para jubilados y pensionados, a las 20 la novena y a las 21 la misa para los agentes de salud.


El martes 2 de diciembre tendrá como lema "Llenos de alegría del Espíritu Santo". A las 6 se rezará una misa por las diócesis de Concepción y La Rioja; a las 7.30 habrá una misa para el ámbito judicial; a las 8.30 será la misa para integrantes de los servicios públicos; a las 10, para el ámbito rivado de las Obras Públicas, a las 19, para los transportistas, a las 20 la novena y a las 21 la misa del deporte estatal.


El miércoles 3 de diciembre será animado con el lema "Misión de los laicos". A las 6 habrá una misa para rezar por las diócesis de Santiago del Estero y Añatuya; a las 7.30 asistirán a misa organziaciones sindicales y dependencias afines; a las 8.30 empleados estatales de seguridad social; a las 10 integrantes de Turismo, y a las 11 se festejarán las bodas de plata sacerdotales de los presbíteros Julio Alberto Quiroga del Pino y Dardo Samuel Olivera. A las 19 será la misa de la Pastoral Misionera, a las 20 se rezará la novena y a las 21 será el homenaje de la gobernadora y su gabinete, más los intendentes del interior, a la Virgen María.


El jueves 4 de diciembre, el lema convocante será "Edificó sobre roca". Se tendrá especial atención a la formación de los laicos. A las 6 se rezará por la diócesis de Orán y por la prelatura de Cafayate. A las 7.30 asistirán a misa emplEados del Registro Civil; a las 8.30, funcionarios y empleados del Ministerio de Gobierno y dependencias; a las 10, Defensa Civil, Bomberos y grupos scout; a las 11, referentes de asociaciones de promoción y acción social. A las 19 habrá una misa por las mutuales y cooperativas, a las 20 se rezará la novena y a las 21 será la misa del ámbito de la cultura.


El viernes 5 de diciembre estará animado por el lema "Ustedes son la sal de la tierra y luz del mundo". A las 6 habrá una misa en memoria de los obispoS y sacerdotes de la diócesis fallecidos. A las 7.30 será la misa de la Liga de Madres de familia; a las 8.30, la Eucaristía de peluqueros, hoteleros y gastronómicos; a las 10 se espera a la comunidad universitaria y de institutos superiores, y a las 11 la misa del ámbito estatal y privado. A las 19 habrá una misa por los docentes, a las 20 la novena y a las 21, el solemne cierre del Año de los Niños y Adolescentes, con la Pastoral de la Niñez.


El sábado 6 de diciembre, animará la jornada el lema "...Los trabajadores son pocos". En la misa de las 6 se rezará por la diócesis de Jujuy y la prelatura de Humahuaca; a las 7.30 habrá una misa para instituciones eclesiales de promoción social; a las 8.30, por la pastoral de las Vocaciones; a las 10, una misa de Pastoral Bíblica, y a las 11, una Eucaristía para el personal del santuario. A las 19 será la misa de la Junta Diocesana de Catequesis y el homenaje a los catequistas; a las 20 se rezará la novena y a las 21 habrá un homenaje de los jóvenes a María.


El domingo 7 de diciembre, el lema será "Hacer nuevas todas las cosas". A las 6, a las 7.30, a las 8.30 y a las 10 habrá misas para peregrinos; a las 11 será la misa de las Comunidades de Convivencia con Dios, el Movimiento de los Focolares y el Camino Neocatecumenal. A las 19 se rezará en la misa por los seminaristas de la diócesis, a las 20 será la novena, y a las 21 se realizará una Eucaristía en la que las áreas pastorales vinculadas a la familia honrarán a ls Virgen. A las 22 comenzarán las serenatas en honor de la Virgen en el Paseo de la Fe.


A medianoche, los peregrinos podrán ingresar a la basílica, que permanecerá abierta. En la solemnidad de la Inmaculada Concepción, que se animará con el lema "María, llena de gracia", habrá misas a las 6, 7.30, 9 y 11. A las 18 será el solemne encuentro de María con su pueblo, frente al santuario. Desde allí partirá la procesión, que recorrerá las calles céntricas para luego volver y presidir la Eucaristía con la que se iniciará el Año de los Laicos.


Durante la mañana y la tarde, los peregrinos encontrarán sacerdotes disponibles para celebrar el sacramento de la reconciliación.+






Buenos Aires (AICA): El arzobispo de Buenos Aires y primado de la Argentina, cardenal Mario Aurelio Poli, cerrará mañana, sábado 29 de noviembre, la XVII Jornada de Pastoral Social sobre “Educación, sociedad, justicia social. Hacia un bicentenario en justicia y solidaridad”, que desde las 9 tendrá lugar en el Colegio San Cayetano (Cuzco 176, en el barrio porteño de Liniers). Participarán dirigentes políticos, sindicales, empresariales y sociales. Cuando la sociedad –local, nacional o mundial– abandona en la periferia una parte de sí misma, no habrá programas políticos ni recursos policiales o de inteligencia que puedan asegurar indefinidamente la tranquilidad. Esto no sucede solamente porque la inequidad provoca la reacción violenta de los excluidos del sistema, sino porque el sistema social y económico es injusto en su raíz”, advierte el responsable de la Comisión de Pastoral Social de Buenos Aires, presbítero Carlos Accaputo.

El arzobispo de Buenos Aires y primado de la Argentina, cardenal Mario Aurelio Poli, cerrará mañana, sábado 29 de noviembre, la XVII Jornada de Pastoral Social sobre “Educación, sociedad, justicia social. Hacia un bicentenario en justicia y solidaridad”, que desde las 9 tendrá lugar en el Colegio San Cayetano (Cuzco 176, en el barrio porteño de Liniers).

“Cuando la sociedad –local, nacional o mundial– abandona en la periferia una parte de sí misma, no habrá programas políticos ni recursos policiales o de inteligencia que puedan asegurar indefinidamente la tranquilidad. Esto no sucede solamente porque la inequidad provoca la reacción violenta de los excluidos del sistema, sino porque el sistema social y económico es injusto en su raíz”, advierte el responsable de la Comisión de Pastoral Social de la arquidiócesis de Buenos Aires, presbítero Carlos Accaputo, citando la exhortación “Evangelii gaudium” del papa Francisco.


Tras el acto de apertura, a las 10:15 Daniel García Delgado disertará sobre “El papa Francisco, la centralidad de la persona y de la sociedad en la perspectiva de la vida política, económica y social”.


A las 11, se realizará el panel “Educación y Justicia Social: Dos desafíos para la integración de la sociedad y el desarrollo integral” a cargo de Darío Pulfer, Adrián Cannellotto, Ricardo Moscato y Ricardo Rouvier. El tema se abordará desde dos ópticas: “Educación y Futuro: Importancia de recuperar el sentido profundo de la Educación” y “Justicia Social: De los Ni Ni a los Sí o Sí, un desafío al que nos llama la Cultura del Encuentro”.


A las 12, habrá un panel de diputados y senadores sobre “Ecos e interpelaciones desde la Política”. Expondrán: Gabriela Michetti, Jorge Taiana, Roy Cortina, Felipe Solá.


A las 14, otro panel abordará el tema “Miradas y compromisos desde la Sociedad con la Educación y la Justicia Social”, desde cinco perspectivas: Horacio Ghilini (Gremial), Néstor López (Social), Carlos Leyba (Económica), Juan Grabois (Movimientos sociales) y presbítero Alberto Bustamante (Eclesial).


A las 16, el Ministro de Educación de la Nación, Alberto Sileoni, y el Ministro de Educación porteño, Esteban Bullrich, expondrán sobre “Educación para el futuro con Justicia Social”.


Tras las reflexiones finales y acto de clausura, a las 17, el arzobispo de Buenos Aires y primado de la Argentina, cardenal Mario Aurelio Poli, presidirá la misa de clausura.


Informes: (011) 4383-1107, correo electrónico prensa@pastoralsocialbue.org.ar o en el sitio web www.pastoralsocialbue.org.ar.+






Puerto Iguazú (Misiones) (AICA): El obispo de Puerto Iguazú, monseñor Marcelo Raúl Martorell, instituyó en el lectorado y en el acolitado a varios aspirantes al diaconado permanente, durante la santa misa celebrada el domingo 23 de noviembre, solemnidad de Cristo rey, en la catedral de la Virgen del Carmen.

El obispo de Puerto Iguazú, monseñor Marcelo Raúl Martorell, instituyó en el lectorado y en el acolitado a varios aspirantes al diaconado permanente, durante la santa misa celebrada el domingo 23 de noviembre, solemnidad de Cristo rey, en la catedral de la Virgen del Carmen.

Monseñor Martorell otorgó el ministerio del lectorado y el acolitado a Hary Rubén Baker, Andrés Vogel y Ángel Oscar Vogler. Asimismo, instituyó acólito a Gerónimo Vicente Vogler.


El obispo recordó a los nuevos lectores y acólitos que “se preocupen por conocer cada día más intensamente al Señor en compañía de sus propias familias”. Asimismo resaltó que la entrega a estos ministerios, si bien son personales, también es familiar, ya que este modo de vida implica un servicio para ir al encuentro de las necesidades espirituales y humanas de los fieles en los lugares más recónditos de la diócesis.


Asimismo, monseñor Martorell les recordó que son "servidores del altar, colaboradores del obispo, ministros calificados de la sagrada comunión", y que tendrán por misión enseñar la Palabra de Dios y portar a Jesús Eucaristía llevando el viático a los enfermos.


El obispo diocesano les pidió que sirvan con humildad, amor y sabiduría y que se sigan preparando con seriedad para ser mejores servidores del Señor y de la Iglesia en este camino del diaconado permanente.+






Corrientes (AICA): La Cruz de los Jóvenes que el papa Francisco bendijo y entregó a la juventud argentina en julio de 2013 para que sea signo de la conversión y la misión permanente visita la arquidiócesis de Corrientes. El crucifijo de san Damián llegó el lunes 24 a la arquidiócesis, en el marco de su visita a las diócesis de la Región NEA.

La Cruz de los Jóvenes que el papa Francisco bendijo y entregó a la juventud argentina en julio de 2013 para que sea signo de la conversión y la misión permanente visita la arquidiócesis de Corrientes. El crucifijo de san Damián llegó el lunes 24 a la arquidiócesis, en el marco de su visita a las diócesis de la Región NEA.

El recorrido de la cruz está animado por el lema "De mano en mano, de joven en joven". Durante su visita a la arquidócesis, acompañada por la Pastoral de Juventud, ya visitó Itatí, San Miguel, Santa Rosa, Mburucuyá, Saladas, San Lorenzo y Bella Vista. Este viernes 28 de noviembre estará en Paso de la Patria y San Cosme, mientras que el sábado 29 visitará San Luis del Palmar y Laguna Brava.


El sábado 29, a las 18, será recibida en la rotonda de la Virgen de Itatí, desde donde será acompañada en caravana hasta el santuario de la Santísima Cruz de los Milagros. Allí, a las 20, se celebrará una misa y luego habrá una vigilia con animación, hasta medianoche.


El domingo 30, durante la mañana, la cruz visitará diferentes lugares de la capital provincial, entre ellos, hospitales, la cárcel y el hogar de ancianos. Por la tarde será llevada al anfiteatro "José Hernandez", de la costanera, y a las 20, el arzobispo de Corrientes, monseñor Andrés Stanovnik OFMCap, dará inicio al Año de la Vida Consagrada con una misa.+






Buenos Aires (AICA): Con el lema “Tradición e Identidad”, la Hermanadad del Santo Pesebre, de Buenos Aires, celebrará el XIII Encuentro del Patrimonio Pesebrista, mañana, viernes 28 de noviembre, en la parroquia Madre Admirable (Arroyo 831), en el barrio porteño de Retiro. El Encuentro comenzará con la celebración de una santa misa que presidirá a las 16 el asesor espiritual de la Hermandad, Pbro. Gustavo Oscar Seivane, a cuyo término pronunciará las palabras de apertura y bienvenida el Pbro. Martín García Aguirre, párroco de Madre Admirable.

Con el lema “Tradición e Identidad”, la Hermanadad del Santo Pesebre, de Buenos Aires, celebrará el XIII Encuentro del Patrimonio Pesebrista mañana, viernes 28 de noviembre, en la parroquia Madre Admirable (Arroyo 831), en el barrio porteño de Retiro.

El Encuentro comenzará con la celebración de una santa misa que presidirá a las 16 el asesor espiritual de la Hermandad del Santo Pesebre, presbítero Gustavo Oscar Seivane.


Al término de la misa será la apertura del Encuentro, en el que pronunciará las palabras de bienvenida el presbítero Martín García Aguirre, párroco de Madre Admirable.


Seguidamente hablarán la arquitecta María de las Nieves Arias Incollá, del Centro Internacional para la Conservación del Patrimonio (CICOP) en la Argentina, y la señora Mónica de la Rúa de Perrén, de la Hermandad del Santo Pesebre.


A las 18, sobre “La Sagrada Familia: imagen y narrqativa en la evangelización”, expondrán María Magdalena Alisa Galdos, de Gestión e Historia del Arte de la Universidad del Salvador, y María del Rosario Naya, DEL Centro de Estudios Folklóricos de la UCA.


A las 19 la doctora Olga Fernández Latour de Botas, presentará “¡Achalay mi Virgen! María en el folclore argentino. La doctora Fernández Latour es profesora nacional de danzas folclóricas, miembro de número de la Academia de la Historia, y de la de Letras; es doctora en Letras, fundadora de la cátedra de Folclore aplicado a la musicoterapia, y autora de múltiples obras.


El XIII Encuentro del Patrimonio Pesebrista concluirá a las 20 con un espectáculo musical y un encuentro fraterno entre los asistentes.


Más información en: santopesebre@hotmail.com.+






Mar del Plata (Buenos Aires) (AICA): Como anticipo al Día Internacional de las Personas con Discapacidad, la comunidad católica de Mar del Plata convocó a una marcha para concientizar sobre el derecho de estos ciudadanos, en un clima de fraternidad y alegría. En vísperas de la marcha habrá una conferencia en el CEDIER.

Como anticipo al Día Internacional de las Personas con Discapacidad, la comunidad católica de Mar del Plata convocó a una marcha para concientizar sobre el derecho de estos ciudadanos, en un clima de fraternidad y alegría.

La convocatoria se concretará el sábado 29 de noviembre, desde las 14.30, en Hipólito Yrigoyen y San Martín. Desde allí avanzará una columna hasta las escalinata de la catedral de los Santos Pedro y Cecilia.


La invitación fue cursada por el Coro Namasté -el grupo vocal conformado por jóvenes discapactiados-, la Pre fundación de Comunidades el Arca, la Casa del Encuentro y la Fraternidad Cristiana de Personas enfermas y con discapacidad.


Como en otras ocasiones, habrá manifestaciones culturales y se concluirá con una merienda comunitaria. El lema convocante es "La alegría de encontrarnos".


En vísperas de la marcha, la licenciada María Luisa Malbrán, cofundadora de El Arca en la Argentina, brindará el viernes 28, a las 19, una conferencia en el Aula Pironio del CEDIER (ubicado en el Pasaje Catedral).+




La Iglesia invita a "abrazar" a quienes sufren por el consumo problemático de drogas


El coordinador de la Comisión Nacional de Drogadependencia del Episcopado, presbítero José María "Pepe" Di Paola, hizo público este miércoles un documento en el que convoca a los cristianos y personas de buena voluntad a "ponerse de pie y a formar parte de esta gran campaña de cuidado" y recuerda que "cuidar antes es prevenir, cuidar después es acompañar en el sufrimiento y tender una mano para superarlo".

El sacerdote puntualizó que el documento es una exhortación a "no desentendernos de nuestra propia carne" visible en adictos "desesperados" que no encuentran salida o madres que sufren la impotencia de no saber cómo actuar.


"Nadie puede decir: este no es mi problema. Todos: vecinos, empresarios, comunicadores, sacerdotes, docentes, grupos de oración, médicos, abogados, obreros, cada uno desde el lugar que le toca está llamado a colaborar en la solución, a poner su parte en el armado del pesebre de la vida. Estemos abiertos pues de verdad, Cristo llega en esta Navidad", subrayó.


El documento fue presentado durante un encuentro de reflexión sobre esta problemática en la Villa 31, del barrio porteño de Retiro, en el que participaron el arzobispo de Buenos Aires, cardenal Mario Poli, y el presidente de la Comisión Episcopal de Pastoral Social, monseñor Jorge Lozano.


Texto del documento


"Este es el ayuno que yo amo –─oráculo del Señor–─:

soltar las cadenas injustas, desatar los lazos del yugo,

dejar en libertad a los oprimidos y romper todos los yugos;

compartir tu pan con el hambriento y albergar a los pobres sin techo;

cubrir al que veas desnudo y no despreocuparte de tu propia carne."

(Isaías, 58, 6-7)

¡Cuánto dolor y sufrimiento puede causar el consumo de alcohol o drogas! Cuántas preguntas nos hacemos para entender qué les pasa a nuestros hermanos que quedan entrampados en la adicción. Lo sabemos, no es siempre así: se puede disfrutar un vino en las comidas, una cerveza con amigos o incluso pueden existir otros consumos que no resulten tan dañinos.


Pero hay otras veces que el consumo se viste de Negro para lastimar toda la vida, llegando incluso a destruir familias enteras. Todos conocemos alguien cuya vida fue arrasada por una adicción. Violencias, depresiones, accidentes de tránsito o de trabajo, suicidios, cárceles, psiquiátricos, abandonos… todo puede pasar bajo los efectos del alcohol o las drogas. ¡Cuánto daño! ¡Cuánta vida destruida! ¡Cuánto dolor!


Desde distintos espacios y enfoques la Iglesia acompaña a quienes sufren porque el consumo de alcohol y drogas se les volvió el problema central de la vida. El tema es una preocupación en nuestras comunidades. Se han dispuesto grupos para usuarios de alcohol o de drogas, para padres, para hijos, para parejas; Granjas, comunidades terapéuticas, centros ambulatorios, casas amigables, centros preventivos, casas de medio camino, asesoramiento de profesionales y especialistas. Muchos proyectos y dispositivos específicos orientados a que quien sufre a causa del consumo de drogas pueda reorganizar la vida y salir adelante.


Sin embargo, más allá de estas respuestas específicas, que deben estar, vemos que las dimensiones del problema son mucho mayores, se trata de un asunto de gran complejidad. Estamos convencidos que no hay soluciones lineales para problemas complejos. Porque si el problema son las drogas, entonces la solución es el tratamiento para alejarse de ellas; pero si además de las drogas el problema es la vivienda, el desamparo, una familia disfuncional, la dificultad de encontrar un trabajo, la soledad, las dificultades para permanecer en el sistema educativo, las enfermedades asociadas, la estigmatización sufrida, los conflictos con la ley o lo que sea, entonces es evidente que un tratamiento de recuperación no puede alcanzar toda la solución. No basta abandonar el consumo de drogas para que los problemas se resuelvan. No existe una institución capaz de tener adentro todas las respuestas.


Resulta evidente entonces que la solución de los problemas que vemos relacionados al consumo de drogas no va a estar solamente en la disposición de dispositivos específicos (comunidades terapéuticas, casas de tratamiento, grupos de autoayuda, etc.). Podemos hacer miles de centros de recuperación con los mejores profesionales, pero si el resto de la sociedad no se compromete, sino acompañamos a resolver todos los problemas que llevaron al consumo o que se siguieron del mismo, el trabajo habrá sido en muchos casos insuficiente. Deben haber centros de tratamiento especializados en el problema, deben haber muchos más de los que hoy hay, pero si la comunidad, si la iglesia toda no acompaña a resolver la vida no habrá demasiado cambio.


Si Dios se hizo hombre para compartir todo lo nuestro; como Iglesia nada de lo humano nos puede ser ajeno y mucho menos el sufrimiento de nuestros hermanos. La Iglesia, como casa de todos, como familia grande que no quiere dejar a nadie afuera, busca hacer lugar. Por eso es “Iglesia en salida”: con misericordia primerea, se involucra, acompaña, da fruto y celebra (Cf. EG 24).


Gran parte del problema de consumo de drogas está vinculado con la comprensión lineal del asunto y con un tejido social que se fue deshilachando. Las relaciones de colaboración y cuidado entre familiares, amigos, vecinos o compañeros de trabajo se han ido empobreciendo, la conciencia sobre la propia responsabilidad social se fue licuando en nuestras mismas parroquias, así como en la sociedad en general.


Este empobrecimiento del tejido social está directamente relacionado con los valores que enarbola nuestra sociedad de consumo. Dice el Papa Francisco: “Una de las causas de esta situación se encuentra en la relación que hemos establecido con el dinero, ya que aceptamos pacíficamente su predominio sobre nosotros y nuestras sociedades. La crisis financiera que atravesamos nos hace olvidar que en su origen hay una profunda crisis antropológica: ¡la negación de la primacía del ser humano! (...) La crisis mundial que afecta a las finanzas y a la economía pone de manifiesto sus desequilibrios y, sobre todo, la grave carencia de su orientación antropológica que reduce al ser humano a una sola de sus necesidades: el consumo. (EG Nº 55) Y luego recuerda: “El individualismo posmoderno y globalizado favorece un estilo de vida que debilita el desarrollo y la estabilidad de los vínculos entre las personas, y que desnaturaliza los vínculos familiares.” (EG Nº67).


Ricos y pobres, todos nos encontramos atravesados por esta realidad del consumo que exacerba el individualismo, deteriora las relaciones humanas y empobrece el tejido social. Una consecuencia de esto es que resulta muy difícil encontrar gente que quiera hacerse cargo del que está sufriendo.


Hoy queremos invitar a pensar que el problema de las drogas es complejo, que toda la sociedad debe ser parte en la respuesta y que comprende también una dimensión cultural relacionada con las creencias y valores. Mientras los valores sean el consumo, la comodidad y el confort o la salvación individual no tendremos respuesta frente al sufrimiento que ocasionan ciertos consumos de droga. Si seguimos pensando que es un problema que deben enfrentar exclusivamente los especialistas y nos desentendemos, entonces no abrimos las puertas a un verdadero cambio. Tantas veces nos dejamos invadir por un miedo que nos aísla, por un egoísmo que nos separa. Incluso hay veces que nos desentendemos porque no sabemos qué hacer.


Creemos que los valores que nos propone el Evangelio son el fundamento para la reconstrucción del tejido social: la confianza, la solidaridad, la hospitalidad, la paciencia, la cercanía, la projimidad, el amor, la renuncia de sí mismo… La gente da lo mejor de sí cuando es mirada con amor, no con desconfianza, no con miedo o prejuicios, cuando es respetada a pesar de las diferencias.


Por todo esto, a punto de comenzar el tiempo de Adviento en que nos preparamos para recibir a Nuestro Señor, que nace pobre y entre los pobres, CONVOCAMOS A TODOS LOS CRISTIANOS DE LA ARGENTINA, EN EL LUGAR DONDE ESTÉN, CON LA OCUPACIÓN QUE TENGAN A PONERSE DE PIE Y A FORMAR PARTE DE ESTA GRAN CAMPAÑA DE CUIDADO. HACEMOS EXTENSIVA LA CONVOCATORIA A TODAS AQUELLAS PERSONAS QUE TIENEN PASIÓN POR EL BIEN. Cuidar antes es prevenir, cuidar después es acompañar en el sufrimiento y tender una mano para superarlo.


El profeta nos llama a no desentendernos de nuestra propia carne. Hay tantas mamás desesperadas que necesitan ser escuchadas y contenidas; tantos pibes que necesitan que alguien los cuide; tantas personas que se complicaron con el alcohol y quisieran ser reconciliados, mirados con amor, ser hallados dignos de confianza. Acompañar a los que sufren por estar su vida comprometida con el consumo de drogas es algo que todos podemos hacer desde donde estemos, nuestra fe nos empuja a hacerlo con amor y organización. Dar confianza, un trabajo, o una oportunidad es tan importante. También desde nuestras comunidades podemos organizar espacios preventivos como los oratorios, exploradores, grupos juveniles, etc.


Nadie puede decir: este no es mi problema. Todos: vecinos, empresarios, comunicadores, sacerdotes, docentes, grupos de oración, médicos, abogados, obreros, cada uno desde el lugar que le toca está llamado a colaborar en la solución, a poner su parte en el armado del pesebre de la vida. Estemos abiertos pues de verdad, Cristo llega en esta Navidad.+




El Departamento contra la Trata de Personas y Delitos Conexos junto con el obispo de Quilmes, monseñor Carlos Tissera, pidieron que la droga y la trata de personas “no nos roben la esperanza” y aseguraron que la solución a esta problemática “se inicia contigo, conmigo, con la participación y si no lo hacés, no te organizás, no podés ni siquiera quejarte”.

Tras advertir que “estamos pasando en algunos sectores por una falta de cultura ciudadana y de patriotismo”, consideraron necesario “cambiar nuestros comportamientos”.


“Estando quieto, no contribuye con nada; por lo tanto ni reclamar le sirve, vivamos todos con ética y eso tiene que comenzar por cada uno... Fortalecer la unidad familiar, regresar a los principios básicos de respeto hacia los padres y de obediencia, ya que ellos nos dan lo mejor que tienen a nosotros como hijos. Fomentar de la escuela a participar en ejercicios de ayuda hacia personas con carencias económicas o sea dar vida sin esperar nada a cambio”, subrayaron.


Asimismo, consideraron que podrá avanzarse en una solución cuando “algunos integrantes de las fuerzas se desliguen del narcotráfico y de la trata de personas” y cuando “denuncien en forma directa, indirecta, oculta o no oculta a sus Jefes que ellos saben a quienes les sirve el crimen organizado”.


El prelado quilmeño y el departamento diocesano contra la Trata alentaron a “los que no bajan los brazos en esta lucha”, entre ellos a “las madres que se organizan para ayudar a sus hijos, a los padres que reclaman justicia ante la muerte temprana, a los amigos que no se cansan de estar cerca y de insistir sin desanimarse”.


También “a los comunicadores que hacen visible esta problemática a la sociedad, a los docentes que cotidianamente orientan y contienen a los jóvenes; a los sacerdotes, consagradas, consagrados y laicos que en nuestras comunidades brindan espacios de dignidad humana; a los miembros de fuerzas de seguridad y funcionarios de otras estructuras del Estado que aun a riesgo de su vida no se desentienden de los que sufren, y todos los que resisten la extorsión de las mafias”.


Texto del documento


“Todos estamos llamados a realizar una lucha contra ese movimiento que lleva a la humanidad a pensar que una persona es un objeto que se usa y se tira, un objeto de uso. Hay que rescatar la dignidad de la persona” (Papa Francisco).

El tráfico de drogas y la trata de seres humanos generan tantas ganancias como el tráfico de Armas.


“La pobreza, el desempleo y la falta de oportunidades de desarrollo”, el fenómeno de la trata, tráfico de personas y narcotráfico que parece incrementarse en América, se trata de un lucrativo negocio.


El trabajo forzoso de secuestrados o personas obligadas a vivir en condiciones de esclavitud afecta a millones de seres humanos y genera ganancias totales por millones de dólares al año. Gran parte de ese dinero proviene de la explotación sexual de mujeres y niñas.


Precisamente para combatir ese horroroso delito, impensable en pleno siglo XXI, contra la Trata y el Tráfico Ilícito de Personas, como una instancia que permita coordinar políticas contra un negocio que repleta de dinero los bolsillos de los traficantes mientras destruye las vidas de millones de personas. A la altura del tráfico de drogas está el nivel de dinero que se mueve con la trata de seres humanos.


Por eso es necesaria la creación de albergues para atención inmediata de las víctimas y también la formación de unidades de Gendarmería, especialmente dedicada a investigar estos delitos.


Desde Argentina que en el último tiempo han adoptado medidas para evitar el narcotráfico; tráfico y la trata de personas, falta todavía reglamentar la Ley contra la Trata de Personas, que la estamos pidiendo a nuestras Diputadas...


“No existen programas para evitar que más ciudadanos busquen salir de sus países para llegar a otros, exponiendo su vida”. La falta de oportunidades y la generación de un círculo vicioso de violencia y más violencia por el narcotráfico y las pandillas, explican el incremento en el número de personas que quieren llevar una mejor vida en la búsqueda de un presunto “sueño”.


Un camino corto

El problema es que para llegar al destino deben pasar por muchas dificultades, como “adquirir deudas para hacer el recorrido, pagándole miles de dólares a un ‘perverso’ que los llevaría de forma segura. Sin embargo, muchas veces corren peligros de secuestro y violaciones. Los traficantes trasladan a las personas desde sus países de origen hasta otros países elegidos, y para eso necesitan estar organizados y se vuelven organizaciones criminales”.


Los migrantes “pueden enfrentarse a diversas situaciones, como ser testigos o víctimas de una violación, ser secuestrados por narcotraficantes para pedir rescate, o ser víctimas de trata de personas con fines de explotación sexual o laboral” o terminar como mulas, para transportar droga para los Narcos. El camino entre ser un migrante y convertirse en secuestrado y luego en víctima de la trata o en un Traficante es muy corto, y muchas mujeres terminan como esclavas sexuales, niños como “mulas” del narcotráfico y hombres como soldados de pandillas criminales o esclavos.


El migrante victima en esta situación no es un ilegal sino un irregular.


“La existencia del trabajo forzoso no puede ser aceptada, estamos frente a una violación flagrante de los derechos humanos convertida en un próspero negocio ilícito”


No hay narco, proxeneta, criminal que no salga de una familia...atender bien a los hijos, fortalecer la mesa los Domingos en familia es un camino a trabajar.


“La vida tiene sentido solo si uno está dispuesto a jugarla y hacerla correr por otros. ¡Me encanta ver tantos jóvenes comprometidos! La lucha contra la trata de personas necesita compromiso” (Papa Francisco).


La solución se inicia contigo, conmigo, con la participación y si no lo haces, no te organizas, no podes ni siquiera quejarte; estamos pasando en algunos sectores por una falta de cultura ciudadana y de patriotismo. Necesitamos cambiar nuestros comportamientos. Estando quieto, no contribuye con nada; por lo tanto ni reclamar le sirve, vivamos todos con ética y eso tiene que comenzar por cada uno... Fortalecer la unidad familiar, regresar a los principios básicos de respeto hacia los padres y de obediencia, ya que ellos nos dan lo mejor que tienen a nosotros como hijos. Fomentar de la escuela a participar en ejercicios de ayuda hacia personas con carencias económicas o sea dar vida sin esperar nada a cambio. Cuando algunos integrantes de las fuerzas se desliguen del narcotráfico, de la trata de personas, y sientan que honran sus uniformes a su familia y la Patria... Siendo lo que son (autoridades); cuando denuncien en forma directa, indirecta, oculta o no oculta a sus Jefes que ellos saben a quienes les sirven el crimen organizado.


Cuando nuestras autoridades de las Fuerzas de Seguridad entren en conciencia de su responsabilidad con la Patria y no con los Washington... Cuando nuestras autoridades sean gente nueva egresadas de las universidades, con estudios y alto nivel de moral, donde el ser rico importe de dónde provino. Y cuando tengamos la claridad sin miedo de plantear, que los Estados Unidos país que califica a los países si hacen algo o no contra el narcotráfico, a sabiendas que son los consumidores más grandes del planeta y nadie se atreve a calificarlos y cuando la corrupción en ese país es tan alta como en cualquier país de América o África, y lo mencionemos sin timidez con todas las letras, entonces estaremos por la buena senda del cambio que necesitamos.


Junto con el Obispo Carlos José Tissera decimos:

• Alentamos a los que no bajan los brazos en esta lucha:

• A las madres que se organizan para ayudar a sus hijos.

• A los padres que reclaman justicia ante la muerte temprana.

• A los amigos que no se cansan de estar cerca y de insistir sin desanimarse.

• A los comunicadores que hacen visible esta problemática a la sociedad.

• A los docentes que cotidianamente orientan y contienen a los jóvenes.

• A los sacerdotes, consagradas, consagrados y laicos que en nuestra comunidades brindan espacios de dignidad humana.

• A los miembros de fuerzas de seguridad y funcionarios de otras estructuras del estado que aún a riesgo de su vida no se desentienden de los que sufren.

• A todos los que resisten la extorsión de las mafias.






Buenos Aires (AICA): El obispo de la eparquía San Charbel en Buenos Aires de los Maronitas, monseñor Juan Habib Chamieh, presidió en la catedral maronita el pasado domingo 23 de noviembre una solemne misa en ocasión de cumplirse 71 años de la independencia del Líbano. A la celebración asistieron, entre otras autoridades, el embajador del Líbano, doctor Antonio Andary y su esposa, sacerdotes libaneses que desarrollan su ministerio en las colectividades de Mendoza y Tucumán, y muchos miembros de la colectividad libanesa que colmaron el recinto catedralicio.

El obispo de la eparquía San Charbel en Buenos Aires de los Maronitas, monseñor Juan Habib Chamieh, presidió en la catedral maronita el pasado domingo 23 de noviembre una solemne misa en ocasión de cumplirse 71 años de la independencia del Líbano.

En la celebración, a la que asistieron muchos miembros de la colectividad libanesa que colmaron el recinto catedralicio, estuvieron, entre otros, el embajador del Líbano, doctor Antonio Andary y su esposa; el cónsul del Líbano, doctor George Al Jallad; el superior en la Argentina de los Misioneros Libaneses Maronitas; y otros sacerdotes maronitas que atienden a la colectividad en Mendoza y en Tucumán.


Queridos hermanos estamos reunidos hoy en esta Catedral de San Marón, para celebrar juntos la misa de la Independencia del Líbano, el País de sus Padres y Ancestros, el País de los Cedros.


En la homilía monseñor Chamieh dijo que ese domingo, según el rito maronita, se festejaba la Anunciación del arcángel Gabriel a María de la encarnación del Hijo de Dios, pero que esta fiesta los maronitas también la celebran junto con el rito latino el 25 de marzo, y que la fiesta del 25 de marzo, tiene en el Líbano además de la dimensión religiosa una dimensión patriótica porque es una fiesta nacional.


Y lo explicó así: “El sheij Mohamad Nokkari, un musulmán sunita, miembro del ‘encuentro islámico-cristiano en torno a María’, propuso al gobierno libanés que la fiesta de la Anunciación sea celebrada por los cristianos y por los musulmanes del Líbano como fiesta nacional, por un lado debido a la gran devoción que todos los libaneses profesan a la Virgen María, y por otro lado, porque la Anunciación a María la narran tanto el Evangelio como el Corán. El gobierno libanés lo adoptó unánimemente en 2010 y desde entonces el 25 de marzo se festeja la Anunciación a María como fiesta Nacional”.


“El sheij Nokkari -agregó el obispo maronita- expresó su amor a María como Madre de todos los libaneses diciendo: En efecto, Eva es nuestra madre biológica, sin embargo tenemos otra madre acogedora y cuidadosa que se preocupa de la suerte de cristianos y de musulmanes. Una madre que nos protege y nos llena de amor y de ternura.


“Esperemos -dijo monseñor Chamieh- que María la Anunciada lleve a todos los libaneses el gran anuncio de la paz y la prosperidad del Líbano”.


“La Independencia del Líbano -continuó explicando el prelado maronita- no fue ofrecida pasivamente por parte de los franceses a los políticos libaneses, sino lograda por la firme voluntad de todos los libaneses, cristianos y musulmanes, de convivir juntos libremente. Esta voluntad común fue la base del Pacto Nacional de 1943, sobre el cual se fundó la verdadera Independencia del Líbano.


“Por eso la fiesta de la Independencia del Líbano que celebramos cada año no es solamente la memoria de la independencia del Líbano de Francia, sino también es la celebración del Pacto Nacional, de esta voluntad de los libaneses de convivir juntos bajo la misma bandera libanesa. Este Pacto no escrito que luego fue formulado en la Constitución libanesa llama en uno de sus primeros artículos a todos los libaneses a no depender ni de Oriente (sobre todo los musulmanes), ni de Occidente (sobre todo los cristianos), sino a comprometerse por un Líbano, país libre, soberano e independiente, definitivo para todos sus ciudadanos: cristianos y musulmanes”.


Tras unos conceptos sobre aspectos políticos y militares del Líbano en la actualidad, monseñor Chamieh concluyó pidiendo la intercesión de la Virgen María, Nuestra Señora del Líbano, y de San Marón, San Charbel, Santa Rafka y San Neemtallah, “para que protejan al Líbano de todo peligro y concedan a sus gobernantes la victoria sobre los enemigos de la Paz”.+


Texto completo de la homilía



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