El Papa pide el don de las lágrimas para una oración auténtica y sin hipocresía


El Papa pide el don de las lágrimas para una oración auténtica y sin hipocresía




Roma (Italia) (AICA): El papa Francisco encabezó la procesión penitencial desde la Iglesia de San Anselmo a la basílica de Santa Sabina, en la colina romana del Aventino, donde luego presidió la misa del Miércoles de Ceniza, con la que se da inicio a la Cuaresma. Allí, pidió ¨el don de las lágrimas, para hacer nuestra oración y nuestro camino de conversión cada vez más auténtico y sin hipocresía¨ e invitó a preguntarse: ¨¿yo lloro? ¿el Papa llora? ¿los cardenales lloran? ¿los obispos lloran? ¿los consagrados lloran? ¿el llanto está en nuestras oraciones?¨

El papa Francisco encabezó la procesión penitencial desde la Iglesia de San Anselmo a la basílica de Santa Sabina, en la colina romana del Aventino, donde luego presidió la misa del Miércoles de Ceniza, con la que se da inicio a la Cuaresma.

Allí, pidió "el don de las lágrimas, para hacer nuestra oración y nuestro camino de conversión cada vez más auténtico y sin hipocresía" e invitó a preguntarse: "¿yo lloro? ¿el Papa llora? ¿los cardenales lloran? ¿los obispos lloran? ¿los consagrados lloran? ¿el llanto está en nuestras oraciones?"


Durante la procesión penitencial, en la que se entonaron las letanías, el pontífice estuvo acompañado por los cardenales de la Curia romana, obispos y arzobispos, los monjes benedictinos de San Anselmo y los padres dominicos de Santa Sabina, además de numerosos fieles.+


En su homilía, Francisco recordó que la Cuaresma es “tiempo en el que tratamos de unirnos más estrechamente al Señor Jesucristo, para compartir el misterio de su Pasión y su Resurrección” y señaló: que la liturgia de este día propone el pasaje del profeta Joel, enviado por Dios a llamar al pueblo a la penitencia y a la conversión, por una calamidad que devasta Judea.


“Solo el Señor puede salvar del flagelo y es necesario suplicarle con oraciones y ayunos, confesando el propio pecado”, afirmó.


Francisco explicó que “volver al Señor con todo el corazón significa emprender un camino de una conversión no superficial y transitoria, sino un itinerario espiritual que se refiere al lugar más íntimo de nuestra persona”.


Tras indicar que el corazón es la sede de los sentimientos, el centro en el que maduran nuestros elecciones, nuestras actitudes, precisó que ese “volved a mí con todo el corazón” no afecta solamente a los individuos, sino que se extiende a toda la comunidad.


Francisco puntualizó que en el evangelio “Jesús relee las tres obras de piedad previstas por la ley de Moisés: la limosna, la oración y el ayuno”.


A propósito, el Papa reconoció que con el tiempo estas disposiciones se habían visto arruinadas por el formalismo exterior o incluso se habían convertido en un signo de superioridad social. Y por eso Jesús subraya una tentación común a estas tres obras, que se puede resumir precisamente en la hipocresía.


Francisco observó en este sentido que cuando se realiza algo bueno, casi instintivamente nace en nosotros el deseo de ser estimados y admirados por esta buena acción, por lo que afirmó: “Jesús nos invita a cumplir estas obras sin ninguna ostentación, y a confiar únicamente en la recompensa del Padre que ve en lo secreto”.


"El Señor no se cansa nunca de tener misericordia de nosotros, y quiere ofrecernos una vez más su perdón, todos lo necesitamos, invitándonos a volver a Él con un corazón nuevo, purificado del mal, purificado por las lágrimas, para participar de su alegría”, agregó.


Francisco aseguró que la reconciliación entre Dios y nosotros es posible gracias a la misericordia del Padre que, por amor a nosotros, no dudó en sacrificar a su Hijo.“En Él podemos convertirnos en justos, en Él podemos cambiar, si acogemos la gracia de Dios y no dejamos pasar en vano el momento favorable”, subrayó.


Asimismo, pidió que María Inmaculada sostenga a los cristianos en el combate espiritual contra el pecado, “nos acompañe en este momento favorable, para que podamos llegar y cantar juntos la exultación de la victoria en la Pascua de la Resurreción”.


Por último, Francisco dijo que el gesto de la imposición de la ceniza y la fórmula que pronuncia el celebrante recuerdan la verdad de la existencia humana: “somos criaturas limitadas, pecadores cada vez más necesitados de penitencia y conversión”.+



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