Mons. Olivera: Fiesta en el cielo y en la tierra por el Cura Brochero santo

Mons. Olivera: Fiesta en el cielo y en la tierra por el Cura Brochero santo

Mons. Santiago Olivera, obispo de Cruz del Eje. ver más
Cruz del Eje (Córdoba) (AICA): El obispo de Cruz del Eje y vicepostulador de la Causa del padre José Gabriel del Rosario Brochero, monseñor Santiago Olivera, manifestó su gratitud y alegría por el reconocimiento, por el papa Francisco, del segundo milagro atribuido al Cura Brochero que permitirá su próxima canonización. “Fiesta del cielo, fiesta de la tierra” titula el prelado su mensaje, -enviado a AICA al conocer la noticia proveniente de Roma- en el que manifiesta que “para nosotros, para la Argentina, para la diócesis de Cruz del Eje, sin lugar a dudas es una gracia muy grande que recibimos de Dios y que nos llena de una gran alegría”.
“El primer sentimiento que surge, escribe monseñor Olivera, es el de verdadera gratitud a Dios por este regalo, el milagro de la curación de una niña de San Juan en circunstancias difíciles. Sin embargo, como las manifestaciones del padre Brochero, este milagro es en clave pascual, con dolor y con fiesta, con dificultades serias, con entrega y con vida”.

“Gratitud también al cura Brochero por su intercesión. El pueblo sabe que es su intercesor y experimentamos, a través de esta gracia, que Dios escucha la oración de su pueblo”, señaló.

Asimismo subraya que “nos llena de alegría celebrar la próxima canonización. También nos obliga a no sólo alegrarnos por tener este modelo y este ejemplo de cristiano, sino también el recuerdo permanente de que la santidad es el camino que todos nosotros debemos transitar”.

Mensaje de monseñor Olivera
“Hoy el papa Francisco autorizó al cardenal Angelo Amato SDB, prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos, la promulgación del decreto por el cual se reconoce un milagro atribuido a la intercesión del beato José Gabriel del Rosario Brochero, milagro que permitirá su canonización.

Para nosotros, para la Argentina, para la diócesis de Cruz del Eje, sin lugar a dudas es una gracia muy grande que recibimos de Dios y que nos llena de una gran alegría.

El primer sentimiento que surge es de verdadera gratitud a Dios por este regalo, el milagro de la curación de una niña de San Juan en circunstancias difíciles. Sin embargo, como las manifestaciones del Padre Brochero, este milagro es en clave pascual, con dolor y con fiesta, con dificultades serias, con entrega y con vida.

Gratitud también al cura Brochero por su intercesión. El pueblo sabe que es su intercesor y experimentamos, a través de esta gracia, que Dios escucha la oración de su pueblo.

Nos llena de alegría celebrar la próxima canonización. También nos obliga a no sólo alegrarnos por tener este modelo y este ejemplo de cristiano, sino también el recuerdo permanente de que la santidad es el camino que todos nosotros debemos transitar. Porque un santo nos recuerda que es posible responder a nuestra vocación bautismal, que tantas veces lo escuchamos y lo decimos, pero aun así nos sabemos pobres y frágiles.

Esta realidad nos recuerda que es posible vivir la santidad, por eso elevamos los ojos al cielo en este Año Santo, contemplamos la Misericordia de Dios que nos da este regalo y que ha querido que la comunicación de la canonización de Brochero llegue en el año del 150 aniversario de su ordenación sacerdotal.

“Tú eres sacerdote para siempre”, decimos en el salmo. Brochero sigue intercediendo por su pueblo como buen sacerdote, como sacerdote fiel. . Como buen pastor, sigue pasando por nuestra vida haciendo el bien.

La historia nos marca el camino
Para nosotros los diocesanos también es muy significativo este segundo milagro ocurrido en San Juan, porque nuestro primer obispo, monseñor Enrique Pechuán Marín, era oriundo de esa arquidiócesis. El primer milagro, lo sabemos, fue en la arquidiócesis de Córdoba, de donde era oriundo nuestro segundo obispo, monseñor Omar Colomé. De alguna manera siento y sentimos la presencia de la historia.

Comenzó esta causa de canonización monseñor Pechuán Marín, la continuó monseñor Colomé y gracias a Dios, en este momento de la historia, me tocó a mí completarla. Sin duda, hubo muchas personas que trabajaron y aportaron para que esto sea posible. “Lo que el árbol tiene de florido le viene de lo que tiene sepultado”. Muchas vidas, muchos esfuerzos, mucho trabajo.

Agradezco a los postuladores como el padre Molinari y el padre Gumplel, sacerdotes de la Compañía de Jesús; a la actual postuladora Dra. Silvia Correale, que tanto hizo en esta etapa desde la beatificación hasta nuestros días; a los vicepostuladores, historiadores, obispos, como el cardenal Raúl Primatesta y monseñor Carlos Ñáñez, arzobispos de Córdoba y los que han colaborado desde esa arquidiócesis para la causa. Agradezco también el trabajo de monseñor Alfonso Delgado, arzobispo de San Juan de Cuyo y sus colaboradores que instruyeron el proceso de este milagro que la Santa Sede confirma. Todos trabajaron para que hoy esto se concrete y la Iglesia en la Argentina cuente con este modelo admirable e imitable de buen pastor, en el año del bicentenario de nuestra independencia, en el año de la Misericordia, en el año de su ordenación sacerdotal. Sin duda la providencia nos ha regalado todo esto.

No puedo dejar de pensar en Santos Guayama, ese gaucho sanjuanino líder de la “rebelión lagunera”, siempre perseguido por la justicia. El corazón del buen pastor, el corazón de Brochero, quería salvar el alma de Santos Guayama y con él a toda su gente. Quería llevarlos al encuentro con Jesús. En San Juan, Santos Guayama encontró la muerte y no pudo Brochero lograr su objetivo. Ahora de San Juan surge este milagro, esta manifestación del Señor. Quiera Dios que para los sanjuaninos y para todos, éste sea el signo de la salvación que Brochero quiere darnos en este año en que tenemos que contemplar y ser testigos de la misericordia. Que este acontecimiento que nos toca vivir nos renueve y nos entusiasme al sabernos amados y mirados particularmente por el Señor.

Celebremos solemnemente las Eucaristías en lo que queda de la Semana Brocheriana. Celebremos la fiesta de clausura el 26 de enero, en la que presidirá la Eucaristía el cardenal Mario Poli. Doy gracias a Dios porque la providencia nos regala también su presencia en este momento histórico de la causa. Espero encontrarnos. Recemos y con mucho afecto les doy mi bendición”.+

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