Mons. Castagna pide no desoír la voz profética del papa Francisco

Mons. Castagna pide no desoír la voz profética del papa Francisco

Corrientes (AICA): El arzobispo emérito de Corrientes, monseñor Domingo Salvador Castagna, destacó que “el papa Francisco, en su visita a México, se identificó como mensajero del Evangelio, conciliando en su persona el llamado a reconocer a Cristo y la denuncia misericordiosa de lo que ensombrece la necesaria relación con Él”. “La suya es la voz profética para nuestros tiempos; sería muy perjudicial desoírla”, advirtió el prelado en su sugerencia para la homilía dominical.
El arzobispo emérito de Corrientes, monseñor Domingo Salvador Castagna, destacó que “el papa Francisco, en su visita a México, se identificó como mensajero del Evangelio, conciliando en su persona el llamado a reconocer a Cristo y la denuncia misericordiosa de lo que ensombrece la necesaria relación con Él”.

“El pecado, sea quien sea el pecador, actúa de siniestro inhibidor de todo lo bueno y noble que alberga el corazón humano. La oportuna denuncia de su existencia lo pone en evidencia como el mal para el hombre”, afirmó y agregó: “El pontífice, con la delicadeza y franqueza que lo distingue, ha dicho lo que debía ante los responsables de la vida política, social y religiosa del pueblo mexicano”.

“La suya es la voz profética para nuestros tiempos; sería muy perjudicial desoírla”, advirtió el prelado en su sugerencia para la homilía dominical.

Monseñor Castagna señaló que “hace varias décadas que el Papa, expuesto a las muchedumbres como ícono de la fe católica, ha desarrollado una actividad evangelizadora de enorme eficacia”.

“Francisco es el recién aparecido en esa prestigiosa sucesión. No habla porque le guste hacerlo, sino porque, en virtud de su grave ministerio, debe hacerlo. Dios no deja de enviarnos sus mensajeros, sobre todo en momentos tan críticos como los actuales”, subrayó.

Texto de la sugerencia

1.- Espectáculo fascinante. Pedro, Santiago y Juan son constituidos por Jesús en sus principales confidentes. Por ello los conduce consigo a un monte muy elevado y se transfigura ante ellos. La relación biblica es clara. Aquellos hombres necesitan obtener datos precisos acerca de la identidad del joven Maestro, de personalidad cautivante y firme. Era importante que no olvidaran esa escena, sobre todo cuando la Pasión los sumiera en la penumbra, hasta el extremo de la duda y del desprestigio. El espectáculo es fascinante para aquellos discípulos, hasta infundirles temor y excesivo entusiasmo. En diálogo con Jesús están dos grandes antepasados: Moisés y Elías. Pedro quiere prolongar lo que veía y ofrece construir, para los tres, recintos que los albergue honrosamente. El texto evangélico describe el entusiasmo desmedido del Apóstol de esta manera: "Maestro, ¡qué bien estamos aquí! Hagamos tres carpas, una para ti, otra para Moisés y otra para Elías". Él no sabía lo que decía". (Lucas 9, 33) Pasa la escena y se encuentran solos con el Señor para descender del monte y recibir la exhortación a la discreción, que resguarde el secreto hasta después de la Resurrección. Desde Pentecostés, los Apóstoles y otros discípulos, abren el arca de sus recuerdos y exponen todo lo vivido, incluyendo este anticipo de la glorificación del Maestro.

2.- Jesucristo viene en auxilio de la persona humana. Con un estilo pedagógico propio, Cristo inicia su enseñanza a los Apóstoles, para que lo reconozcan y sean sus testigos. El mal del relativismo se adueña rápidamente del pensamiento y accionar de nuestros contemporáneos. Existe una nivelación hacia abajo que muestra el vacío moral, colmado de baratijas "culturales". Todo permanece en la superficie, como si no hubiere sustancia, con el riesgo de terminar el trayecto de la vida en un destino incierto y penumbroso. Jesucristo viene en auxilio de la persona humana y la reorienta a su verdad, otorgándole la capacidad de ser y comportarse como hijo o hija de Dios: "Pero a todos los que la recibieron (a la Palabra) a los que creen en su Nombre, les dio el poder de llegar a ser hijos de Dios". (Juan 1, 12) Lo que más estremece es la explícita indiferencia de muchas personas ante el ejercicio responsable de su libertad y del sentido auténtico de la vida y de la muerte. A nadie escapa que la muerte es el término de esta vida temporal. Muchos creemos en la vida después de la muerte y procuramos preparar, en el tiempo, la eternidad que se aproxima. Otros no parecen pensar así y gastan su precioso tiempo, haciendo lo contrario de lo que deben hacer, y adoptando un porte cínico que los asista en su relación con Dios - aún negándolo - y con su propio mundo.

3.- Jesucristo, la mayor cercanía de Dios al hombre. La Transfiguración es la expresión excepcional, en el tiempo humano, de Dios hecho Hombre. Sin duda aquellos discípulos comenzaron a hacerse la idea de que el Maestro no era un simple hombre, aunque fuera hombre de verdad. Pudieron ver en Él la conjunción impactante de la santidad y de la eternidad "en carne humana". La cercanía de Dios en sus vidas, impensada hasta entonces, tiene un antecedente: el encuentro de Moisés con Dios, en la zarza que ardía sin consumirse. Lo que ellos vieron entonces, logró su cumplimiento, poco tiempo después, al contemplarlo resucitado. Hoy sigue siendo realidad aquello. En cada Pascua lo proclamamos con júbilo: "El Señor ha resucitado!!! Aleluya!!!". El vuelo a ras del suelo de nuestras mejores aspiraciones, ofrecen, a diario, la visión dolorosa del mal que nos aqueja. Cristo, vencedor del pecado y de la muerte, viene a levantarnos del subsuelo moral al que habitualmente descendemos. Pero, verdaderas multitudes, "como ovejas sin pastor", están aún sin la mínima inquietud por salirse y remontar vuelo. Les falta recibir la Noticia Buena - la mejor de todas - apenas insinuada en la esperanza, sostenida por lúcidos profetas, como un sueño que el mundo considera irrealizable.

4.- La visita del Papa a México. El Papa Francisco, en su visita a México, se identificó como mensajero del Evangelio, conciliando en su persona el llamado a reconocer a Cristo y la denuncia misericordiosa de lo que ensombrece la necesaria relación con Él. El pecado, sea quien sea el pecador, actúa de siniestro inhibidor de todo lo bueno y noble que alberga el corazón humano. La oportuna denuncia de su existencia lo pone en evidencia como el mal para el hombre. El Pontífice, con la delicadeza y franqueza que lo distingue, ha dicho lo que debía ante los responsables de la vida política, social y religiosa del pueblo mexicano. La suya es la voz profética para nuestros tiempos; sería muy perjudicial desoírla. Hace varias décadas que el Papa, expuesto a las muchedumbres como ícono de la fe católica, ha desarrollado una actividad evangelizadora de enorme eficacia. Francisco es el recién aparecido en esa prestigiosa sucesión. No habla porque le guste hacerlo, sino porque, en vitud de su grave ministerio, debe hacerlo. Dios no deja de enviarnos sus mensajeros, sobre todo en momentos tan críticos como los actuales.+

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