Mons. Ñáñez reclamó profundizar la lucha contra las drogas

Mons. Ñáñez reclamó profundizar la lucha contra las drogas

Córdoba (AICA): El arzobispo de Córdoba, monseñor Carlos Ñáñez, presidió este lunes 23 de mayo la misa en la parroquia Crucifixión del Señor, de Barrio Müller, en la que rezó por las madres que luchan por rescatar a sus hijos del flagelo de la adicción al “paco”, y reclamó a las autoridades profundizar la lucha contra las drogas y el narcotráfico. “No es verdad que no se puede hacer nada. Al contrario, todos podemos hacer algo”, planteó y pidió “no aprobar de ningún modo cualquier tipo de adicción o de propósito de ‘hacer la prueba para ver cómo es’. No hay droga ‘blanda’ o ‘de buena calidad’, distinta de la droga ‘mala’ o ‘dura’. La droga ‘buena’ o ‘mala’ destruye y mata siempre. Así de simple”.
El arzobispo de Córdoba, monseñor Carlos Ñáñez, presidió este lunes 23 de mayo la misa en la parroquia Crucifixión del Señor, de Barrio Müller, en la que rezó por las madres que luchan por rescatar a sus hijos del flagelo de la adicción al “paco”, y reclamó a las autoridades profundizar la lucha contra las drogas y el narcotráfico.

La celebración eucarística se realizó después de que el presbítero Mariano Oberlín, párroco del lugar, denunció la venta y el consumo de “paco” en ese barrio de la periferia cordobesa.

Numerosas personas participaron de la misa presidida por monseñor Ñáñez y concelebrada por el obispo auxiliar de Córdoba, monseñor Ricardo Seirutti, y el padre Oberlín.

“Nos hemos congregado hoy en este lugar para acompañar como presbiterio y como comunidad arquidiocesana a la parroquia Crucifixión del Señor y a su pastor, el presbítero Mariano Oberlin, en un momento muy delicado ya que se han insinuado amenazas para algunas de sus integrantes, madres de hijos afectados por la adicción a las drogas”, destacó monseñor Ñáñez, y valoró la participación de miembros de otras iglesias cristianas.

“Queremos expresar también nuestra cercanía y nuestro acompañamiento a todos los que sufren el flagelo del tráfico y del consumo de las drogas: a las comunidades de la ciudad y del interior y a innumerables familias afectadas por este drama. Hoy estamos aquí por la razón invocada al comienzo, pero podríamos encontrarnos igualmente en cualquiera de esas comunidades que sufren este problema”, agregó.

El prelado manifestó también su apoyo “a los que trabajan por prevenir este mal, ayudando especialmente a los niños, a los adolescentes y jóvenes a no caer en estas redes malignas y a quienes se esfuerzan por recuperar a los que quieren salir de estas situaciones sumamente dolorosas de las adicciones”.

Monseñor Náñez pidió a las autoridades públicas profundizar “las acciones tendientes a combatir eficazmente la expansión de este vil comercio de parte de los mercaderes de la muerte” y alertó que “este drama no es un problema sólo de las autoridades públicas, de la justicia y de las fuerzas de seguridad”.

“Ciertamente todos ellos tienen una responsabilidad indelegable y de la que no pueden excusarse ni apartarse, pero todos en la sociedad debemos sentirnos concernidos por el problema y debemos procurar hacer cuanto esté a nuestro alcance para enfrentarlo”, sostuvo.

El arzobispo de Córdoba hizo hincapié en la problemática de las adicciones, al advertir que “el futuro de nuestras familias, de nuestras comunidades y en definitiva de nuestra Patria está seriamente comprometido. Nuestros niños, adolescentes y jóvenes afrontan el enorme riesgo de emprender un camino de difícil o casi imposible retorno. No podemos permanecer indiferentes”.

Tras afirmar que “no es verdad que no se puede hacer nada. Al contrario, todos podemos hacer algo”, planteó la necesidad de “no aprobar de ningún modo cualquier tipo de adicción o de propósito de ‘hacer la prueba para ver cómo es’.

“No hay droga ‘blanda’ o ‘de buena calidad’, distinta de la droga ‘mala’ o ‘dura’. La droga ‘buena’ o ‘mala’ destruye y mata siempre. Así de simple”, aseveró, y añadió: “Todos estamos invitados, más aún, llamados a brindar nuestra colaboración para doblegar este flagelo que provoca tantas lágrimas, tantos sufrimientos y tantas frustraciones; siendo que el plan de Dios es tan distinto”.

Por último, monseñor Ñáñez exhortó a quienes “están o favorecen este comercio de muerte” a que se conviertan y cambien “decididamente de actitud” y dijo que el crucifijo que está sobre el altar es “un obsequio que recibí en una oportunidad de parte un traficante que estaba detenido en la cárcel. Algo expresaba ese gesto, Seguramente un atisbo de conversión que siempre es posible. Lo tengo permanentemente en mi escritorio como un recuerdo vivo de este drama que nos aflige”.+

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