Mons. Martorell: “Todos los cristianos tenemos suficientes motivos para pedir perdón”

Mons. Martorell: “Todos los cristianos tenemos suficientes motivos para pedir perdón”

Puerto Iguazú (Misiones) (AICA): El obispo de Puerto Iguazú, monseñor Marcelo Raúl Martorell, reflexionó sobre la parábola del fariseo y el publicano que fueron al templo para orar y aseguró que Dios “examina el corazón de aquel que lo invoca con confianza, esperanza y amor”. El prelado destacó: “La oración del humilde, que conoce sus límites y recurre a Dios en su necesidad de auxilio y de salvación”, e invitó a orar asegurando que “los gritos del pobre atraviesan las nubes”.
En su reflexión semanal, el obispo de Puerto Iguazú, monseñor Marcelo Raúl Martorell, recordó que “los gritos del pobre atraviesan las nubes” y “obtienen la gracia de Dios”. Asimismo, aseguró que “el hombre debe hacer obras buenas y ofrecer a Dios sacrificios, pero esto no le da derechos ante Dios”.

“Él examina el corazón de aquel que lo invoca con confianza, esperanza y amor. Dios escucha al que sirve de buen grado”, manifestó y explicó que “la Justicia de Dios no se fija en el rostro de nadie ni es parcial con ninguno, sino que escucha la oración del pobre, del indefenso, del huérfano y de la viuda”,

Por ello, expresó que “la oración del humilde, que conoce sus límites y recurre a Dios en su necesidad de auxilio y de salvación, es la oración que atraviesa las nubes y obtienen la gracia y la justicia divina”.

Luego, refiriéndose a la parábola del fariseo y el publicano que fueron al templo para orar explicó que “de alguna manera -como estos dos personajes- todos los cristianos tenemos suficientes motivos para humillarnos y pedir perdón”.

“No somos perfectos en el cumplimiento del mandato del ‘amor al prójimo’, no siempre somos justos ni ayudamos a la viuda ni al huérfano, no siempre trabajamos por la verdad del ser humano o por el valor de la vida humana”, reflexionó. “Muchas veces somos egoístas y cerrados en nosotros mismos, sin tener en cuenta al hermano necesitado. Es entonces que tenemos necesidad de reconocer nuestras faltas y de arrepentirnos de ellas y pedir al Señor de la Misericordia su perdón y su gracia para no pecar y ser fieles seguidores del Evangelio”, aseveró.

“Que la Virgen, madre del amor, nos enseñe a orar por las dificultades de este tiempo y nos ayude a ser servidores de Jesús y seguidores fieles del Evangelio”, concluyó.

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