Mons. Martorell: Cristo es la luz del mundo

Mons. Martorell: Cristo es la luz del mundo

Puerto Iguazú (Misiones) (AICA): “Cristo es la luz del mundo y nosotros somos hijos de la luz; quien sigue a Cristo no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida”, expresó el obispo de Puerto Iguazú, Mons. Marcelo Raúl Martorell, al reflexionar sobre el tema de la liturgia del IV domingo de Cuaresma, que se basa en el episodio en el que Jesús da la vista a un ciego de nacimiento.
“Cristo es la luz del mundo y nosotros somos hijos de la luz; quien sigue a Cristo no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida”, expresó el obispo de Puerto Iguazú, en la provincia de Misiones, monseñor Marcelo Raúl Martorell, al reflexionar sobre el tema de la liturgia del cuarto domingo de Cuaresma, que se basa en el episodio evangélico en el que Jesús da la vista a un ciego de nacimiento.

“El milagro que hace Jesús sin que se lo pidan -dijo monseñor Martorell-, lo hace con un fin determinado. Él es la luz que ahuyenta las tinieblas y para mostrarlo hace este milagro. La luz dada al ciego es signo de la luz del espíritu que el Señor le infunde provocando en él un acto de fe: ¿Crees tú en el Hijo del Hombre? ¡Creo Señor! Y se postró ante él”.

El prelado prosiguió explicando que “todo cambiará en la vida del ciego de nacimiento, ver, para alguien que ha estado siempre en tinieblas es como volver a la vida; es comenzar una nueva existencia: nuevos conocimientos, nuevas emociones, nuevas presencias. Pero el Señor ha infundido la fe también en el corazón de este hombre al darle la vista. Una fe firme en la vida de este hombre que se mantiene imperturbable frente a los insultos de los judíos hasta el hecho de verse expulsado de la sinagoga. En realidad la fe es la luz que ilumina el corazón nuevo de este ciego de nacimiento; como lo es en la vida de todo hombre. Es la fe del bautismo que muestra al hombre un camino nuevo lleno de nuevas experiencias. Por medio del sacramento de la Reconciliación el hombre pasa de las tinieblas del pecado a la luz de la vida en Cristo, de la ceguera espiritual al conocimiento de Dios mediante la fe, la cual ilumina toda la existencia humana, dándole sentidos y orientaciones nuevos; la verdad, justicia y bondad, son frutos de la fe y por lo tanto de la luz”.

“Todo cristiano -concluye monseñor Martorell- es hijo de la luz y debe dar testimonio de esa luz y que esa luz no es solamente luz de la mente sino de la vida. La vocación del cristiano consiste en reflejar esa luz, haciéndola resplandecer en su vida y contagiándola en los demás, amando a Dios y haciéndolo amar por los demás. La luz nos hace percibir el amor de Dios y la fuerza del espíritu nos hace contagiarlo a todos los demás y plasmarlo en las obras de la vida.+

Let's block ads! (Why?)

Etiquetas:

Publicar un comentario

[facebook][blogger][disqus]

Diocesis de Celaya

Forma de Contacto

Nombre

Correo electrónico *

Mensaje *

Con tecnología de Blogger.
Javascript DesactivadoPor favor, active Javascript para ver todos los Widgets