Grandes criminales del S.XX: a unos se recuerda, a otros se oculta

La Plata (Buenos Aires) (AICA): En su reflexión televisiva del sábado 22 de julio, el arzobispo de La Plata, Mons. Héctor Aguer, tras aclarar que no es historiador, recordó a grandes criminales del siglo XX indicando que ese “recuerdo de los grandes criminales ayuda para que uno se dé cuenta de que no es posible que se diga cualquier cosa y que se convierta en demonios a determinadas figuras que fueron demonios y a otros que también lo fueron, se los oculte”.
En su reflexión televisiva semanal del sábado 22 de julio, el arzobispo de La Plata, monseñor Héctor Aguer, tras aclarar que no es historiador, trajo a la memoria a grandes criminales del siglo XX indicando que ese “recuerdo de los grandes criminales ayuda para que uno se dé cuenta de que no es posible que se diga cualquier cosa y que se convierta en demonios a determinadas figuras que fueron demonios y a otros que también lo fueron, se los oculte”. Lo que sigue es el texto de la reflexión de monseñor Aguer.

El endemoniado de Gerasa. Los horrores del siglo XX
“En la charla de hoy quisiera tocar algunos puntos de la historia del siglo XX, aclarando que yo no soy un historiador pero son cosas importantes que tienen que ver también con el modo en que se las trata públicamente.

Ustedes saben bien que el siglo XX ha sido un siglo terrible: dos grandes guerras mundiales que han dejado cantidad de gente muerta, pueblos enteros devastados, etc. A mí lo que me ha llamado la atención, por ejemplo, es que Hitler es el gran monstruo del siglo XX y ciertamente fue un monstruo y se habla de los seis millones de judíos que habría asesinado. Bueno, podrían ser seis millones uno, o 5.999.999 haciendo la analogía con el caso de los 30.000 desaparecidos de la Argentina. Pero que Hitler fue un monstruo no me cabe la menor duda.

Ahora bien, no se habla de otros monstruos. ¿Por qué no se habla de Lenín por ejemplo? En la Revolución Rusa, que comenzó en febrero de 1917, Lenín liquidó a medio mundo y él hizo, además, una interpretación de Marx que fue la base del Estado Soviético o el marxismo-leninismo, digámoslo así.

Un monstruo peor todavía, si se quiere, fue Stalin de quien tampoco nadie habla. Si Hitler liquidó a seis millones de personas Stalin liquidó a sesenta millones de personas, pueblos enteros. No generó un genocidio sino varios genocidios: todos los pueblos balcánicos, las repúblicas que se convirtieron en trozos de la Unión Soviética y demás. Y luego el avance sobre la Europa Oriental, que fue sojuzgada, en países como Polonia, Hungría, Yugoslavia, etc. Todo eso es obra de Stalin que además desde 1928, a la muerte de Lenín, hasta 1953 fue el gran amo de la Unión Soviética. Sin embargo nadie habla de Stalin ni de los crímenes que él cometió.

Agrego otro que a muchos no les va a gustar: para mí es otro gran criminal Winston Churchill. Ese aristócrata inglés, primer ministro durante la II Guerra Mundial, fue el responsable de que Stalin avanzara sobre toda la Europa Oriental y, además, él fue el responsable del bombardeo a Dresde cuando Alemania ya estaba liquidada y donde se quemó a más de 600.000 personas. También es un criminal pero es un gran héroe para el occidente liberal y pseudocristiano.

Fíjense ustedes las cosas que hay en la historia reciente del siglo XX, y uno se puede preguntar por qué la propaganda es tan unilateral, digámoslo así. ¿Por qué sólo se habla de los crímenes de Hitler y no se habla de los crímenes de Stalin? Ni la Izquierda, ni la “Izquierda paqueta”, se acuerdan de estas cosas. Yo creo que hay que recordarlas no con ira, no con rencor, sino con dolor, con pesar, diciendo que el mundo es capaz de hacer estas cosas, que el hombre es capaz de hacer estas cosas. Y este recuerdo de los grande criminales ayuda también para que uno se dé cuenta que no es posible que se diga cualquier cosa y que se convierta en demonios a determinadas figuras que fueron demonios, y no a otros que también lo fueron.

Recuerdo el episodio del “endemoniado de Gerasa”, que aparece en los tres Evangelios sinópticos, donde Jesús va a liberar a un endemoniado y en una especie de diálogo de Jesús con el Demonio, el Señor le pregunta el nombre y el Diablo responde: “Mi nombre es legión porque somos muchos”. Así es. El Diablo es legión porque son muchos los que andan sueltos y son muchos los que se meten también en las acciones de los hombres y nos llevan también a estas grandes catástrofes.

Esta es una pequeña lección de historia del siglo XX. Que me corrijan los verdaderos historiadores si estoy equivocado”.+

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