Mons. Buenanueva agradeció el camino recorrido en 2017

Mons. Buenanueva agradeció el camino recorrido en 2017

San Francisco (Buenos Aires) (AICA): El obispo de San Francisco, monseñor Sergio Osvaldo Buenanueva, presidió la misa en acción de gracias al finalizar el 2017. Concelebraron monseñor Baldomero Carlos Martini, obispo emérito de San Justo y sacerdotes del clero diocesano. En el repaso del año acontecido, el prelado sostuvo que “se trata de ‘confesar’ la misericordia de Dios exponiendo realmente, a corazón abierto, la propia vida con sus luchas y victorias, también con sus zonas grisáceas”.
Monseñor Sergio Osvaldo Buenanueva, obispo de San Francisco, presidió la misa en acción de gracias “por el camino pastoral de nuestra Iglesia diocesana a lo largo de este 2017”.

Concelebraron monseñor Baldomero Carlos Martini, obispo emérito de San Justo y sacerdotes del clero diocesano.

Con ese objetivo, propuso “contar lo que Dios ha obrado a favor nuestro; relatar su paso por nuestras vidas, cómo Él ha sabido salir al encuentro de nuestra concreta humanidad, entremezclándose con ella y tocándola en sus fibras más hondas”.

En ese sentido, aclaró que contar no se trata de “un monólogo autorreferencial”, sino que “se trata de ‘confesar’ la misericordia de Dios exponiendo realmente, a corazón abierto, la propia vida con sus luchas y victorias; también con sus zonas grisáceas”.

Con el ejemplo de San Agustín, el obispo afirmó que “la fe compartida es el clima en el que resulta posible esta confessio laudis que canta la misericordia de Dios experimentada en la biografía espiritual de cada uno, inseparable del camino común que hacemos como Iglesia”.

Monseñor Buenanueva continuó su reflexión en cuatro puntos: el primero de ellos, “José, Herodes y Arquelao”, recuerda a José buscando la voluntad de Dios: “Hay en el fondo de su corazón una disposición interior, estable y firme, para abrirse a lo que Dios quiera y, así, dejarse llevar”. Por el contrario, señala el prelado, “Herodes y su hijo, Arquelao, expresan la soberbia que sólo se busca a sí misma y, por eso, solo esparcirá tristeza y muerte”.

El segundo punto, “Egipto y Nazaret”, detalla estos dos lugares “extraños para José y María” y afirma que “su ‘lugar’ es Judea, pero las circunstancias los llevan lejos”. Sin embargo, advierte el prelado, “en esos lugares los espera precisamente el designio salvador de Dios”.

“Son lugares cargados de historia sagrada, de experiencia de fe y de libertad. Por eso, terminan siendo tan familiares. A ellos y para nosotros”, considera el obispo. En Egipto “nació el camino de libertad del pueblo de Israel que, ahora, misteriosamente el mismo Jesús parece recorrer”, y en Nazaret “será el punto de partida de la misión salvadora de Jesús”.

El tercer punto, “La historia y Dios”, destaca que “los relatos de la infancia de Jesús están cargados de fe y de teología. Nos ofrecen los acontecimientos leídos por la fe de una Iglesia que busca ser fiel al proyecto de Dios”.

“No nos es dado saber de antemano, pero tampoco mientras vivimos, si y en qué medida los acontecimientos de nuestra vida forman parte de la historia de la salvación que Dios va entretejiendo con la libertad de los hombres”, señala monseñor Buenanueva.

Para vivir esta incertidumbre de estar en el tiempo, el prelado propone “vivir esta relativa pero real incertidumbre de estar en el tiempo” volviendo a la figura evangélica de San José, “despojándola de todo sentimentalismo”.

“José es un hombre del Espíritu: vive el hoy que le toca poniéndose realmente a la intemperie y queda así, abierto al soplo del Espíritu”, afirmó, y agregó que “José no se fuga hacia delante, esperando tiempos mejores, ni deja lugar a la nostalgia por el pasado”, sino que “su libertad ha ido madurando una opción muy personal, gratuita y precisa: vive a pleno el presente.

“Él mismo, incluso haciéndose violencia y navegando contracorriente de sus sentimientos espontáneos, busca estar presente en el hoy de su vida. Y, allí, encuentra que el Espíritu de Dios se le ofrece como luz, consuelo y fuerza para luchar”, afirmó.

“Ninguno de nosotros sabe bien qué le espera en el camino. Lo que sí podemos saber, con una certeza inconmovible, es que no nos faltará esa levadura. Que Dios no nos dejará huérfanos y que su Espíritu nos asistirá para vivir evangélicamente todo lo que la vida nos depare”, añadió el obispo, y advirtió que “eso supone decidirse a vivir en libertad. Sólo a quien vive así se le ofrece el incomparable consuelo del Espíritu”.

Finalmente, y con el título “Jesús, Moisés y el pueblo”, el obispo mencionó un cuarto aspecto: “La figura de Jesús es presentada con el trasfondo del camino del pueblo de Israel y de su conductor por el desierto, Moisés. Es una sola cosa con ellos”.

“En Jesús reviven la historia sagrada del pueblo y la experiencia espiritual de Moisés. En él alcanzan su pleno sentido y se abren a la novedad del Evangelio”, señaló y concluyó: “para cada uno de nosotros, pastores, consagrados y laicos, nuestra experiencia de fe es inseparable del camino de nuestra Iglesia diocesana”.

“Hermanos y hermanas: ¡formamos una trama, un tejido que Dios está elaborando con maestría en el telar del Espíritu!”, exclamó monseñor Buenanueva e hizo un llamado a participar del Año Mariano Diocesano, como “cómplices” de Dios que “nos lleva de la mano hacia María”.+

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