La iniciativa partió de algunos integrantes de la comunidad junto con el equipo de Cáritas. La comunidad parroquial también fue motivada y colaboró con la donación de frazadas, ropa de abrigo, elementos de higiene y aportes económicos, para poder abordar gastos de transporte y alojamiento.
El sábado 26 por la mañana se los recibió en la parroquia con un desayuno. “Durante el viaje nos enteramos de que 6 de los 28 que viajaban era la primera vez que iban a Luján, impresionante”, comentó Martín, seminarista del equipo organizador. Al llegar a la Basílica, acompañados por el párroco Ricardo Fernández Caride, celebraron la Eucaristía.
Las actividades se vivieron en un clima de respeto, fraternidad y colaboración. Los asistentes disfrutaron de compartir mate, charlas y juegos con los organizadores. Agustín, del equipo organizador, manifestó: “Muchos te buscaban para charlar: necesitaban ser escuchados y liberar cosas de adentro”. “Se compartieron testimonios fuertes de vida, casos de alcohol, robo, drogas, peleas…”, anunció. Y resaltó la gracia vivida los días del campamento: “Muchos vinieron por un viaje gratis o una comida, y se terminaron dando manifestaciones y expresiones de fe entre ellos”.
Alcides (56), uno de los participantes, en una charla confesó: “Esta es la primera vez en años que me siento en familia”. Martín compartió su testimonio ante este hecho: “Cuando se genera un vínculo así con alguien, que conoces su nombre, su historia, su vida, ya no te da lo mismo, no es un desconocido, tiene un rostro, una vida, un nombre, es Alcides que vive a tres cuadras bajo el puente”, indicó.
El encuentro finalizó con la celebración de la misa. El equipo organizador describió el campamento como “una caricia al alma”, ya que sintieron que no cubrieron sólo una de necesidad material en los asistentes, “sino más bien una necesidad espiritual y afectiva”.+
Publicar un comentario