Durante su homilía, monseñor Ñáñez expresó: “Los creyentes experimentamos en este momento sentimientos de gratitud para con Dios y de súplica confiada ante Él, Señor de la historia. Ante todo, de gratitud por los abundantes dones que en su bondad nos ha concedido a lo largo de los años y por el testimonio de tantos conciudadanos que nos precedieron y que nos legaron notables riquezas de las que hoy disfrutamos”.
Recordó al papa Francisco en su encíclica Laudato si’ y recomendó a los presentes poder “administrar bien los dones y el patrimonio en favor de todos, cuidando la casa común”.
Destacó a aquellos “conciudadanos notables” que los precedieron en la tarea. Especialmente a san José Gabriel Brochero, con su testimonio de abnegado servicio, la beata María del Tránsito Cabanillas, con su actuación en favor de la educación y de la asistencia material, la beata Catalina de María Rodríguez, también con una tarea por la educación y las mujeres más abandonadas.
Se acordó también de sor Leonor de Santa María, monja contemplativa, del monasterio de Santa Catalina, que recientemente fue declarada Venerable por el papa Francisco. “Ella fue una mujer de fe, asentada sobre la roca que es Jesucristo y su Evangelio. Fue también una mujer caritativa y solidaria, atenta a quien la necesitaba, tanto antes de entrar al convento, como después en el monasterio, distinguiéndose por su servicio abnegado y generoso, especialmente con sus hermanas enfermas”, estimó.
“La invitación que sor Leonor y este monasterio, el más antiguo de nuestro país, nos hacen llegar a través de su testimonio y de su elocuente silencio es ésta: la de hacer bien lo que debemos hacer, la de hacerlo con toda el alma, como los invitaba el apóstol san Pablo a los primeros cristianos, desafiándolos a su vez a tender a la santidad que consiste en amar a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a uno mismo; santidad que promueve siempre una vida más humana y más digna, como enseña el Concilio Vaticano II”, manifestó.
Concluyó su prédica con el agradecimiento a María Santísima, Nuestra Señora del Rosario del Milagro y a los santos cordobeses, para que nos animen a “obrar de esa manera, poniendo en juego lo mejor de nosotros mismos y confiando sin límites en Dios nuestro Señor”.
Al finalizar la misa, las autoridades se dirigieron a la plazoleta del Fundador, para realizar una ofrenda floral a Jerónimo Luis de Cabrera, fundador de la ciudad de Córdoba.+
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